Papá

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-Creo que le falta sentido.

-Vamos, pa. Suena bien. – dije.

- "Vives y mueres" no me digas ¿en serio?

-Es una frase fuerte para iniciar. Captura al lector.

-No me captura a mí. – dijo mi padre. – Haz, cuando tenías 10 años escribías mejor. ¿Qué me dices del poema que le hiciste a tu rata radioactiva?

-Para empezar, era un hámster.

-La diferencia es que tenías a quién dirigirle los versos.

-Ahora sólo tengo dos ratas radioactivas a las que les puedo escribir. Tom y Dris.

-Por cierto, hijo. – dijo mi padre mientras tomaba de nuevo su periódico. – Dris... él ¿conoce las puertas?

-¿De qué hablas, pa? Sé que está idiota, pero no tanto así.

-Ah, bueno. Pues la próxima vez que entre a tu habitación, dile que tenemos una puerta para acceder a la casa.

-Qué... No sé de qué hablas.

Pero claro que sabía de lo que mi papá hablaba. El estúpido niñito rubio escaló mi ventana una noche antes de aquella conversación con mi padre. No tenía mucho que lo nuestro había comenzado, yo tenía 18, fue meses antes de la muerte de mi padre. Esa noche Dris rompió el marco de la ventana de mi sala para poder subir a mi ventana, al estilo Romeo Montesco, lo dejé entrar y lo miré con desaprobación, Dris ama causar problemas, y comenzó a reírse lo más bajo que podía, le pegué con el puño en el hombro y luego él me lanzó a mi cama. Oigan, no me juzguen, tenía sobre mí al chico más ardiente, y esa fue... nuestra primera vez. Si mi papá sabía que Dris estaba en mi habitación... espero que haya sido por el sonido del marco de la ventana y no por otra cosa...

Qué noche. Dris es muy bueno, y era obvio que tenía experiencia, seguro con mujeres, pero... yo sólo me dejé llevar. Fluí con él, y estaba esa tonta mirada que tanto me gusta, esa que me grita "Eres mío", y claro que lo soy. Por la madrugada corrí a Dris de mi habitación, nos habíamos quedado dormidos, pero no podía quedarse en mi casa y aparecer de la nada al día siguiente, así que lo hice bajar las escaleras de puntitas, y como una persona civilizada, salió de mi casa por LA PUERTA. Si, Dris, las puertas sirven para entrar y salir. Volvamos a la conversación con papá.

-Ah, Haz. Te metiste en problemas...

-Papá, él... yo...

-Más te vale que Johny no se entere que su hijo sale contigo.

- ¿Salir? ¿Conmigo? ¿Dris Moore? No, para nada. – dije con una risa nerviosa. Denme el premio al peor mentiroso.

-Podrás engañar a quien sea, pero ¿a mí? Además, entré a tu habitaci—

-No, papá. Por favor... ¿por qué no tocaste?

- ¿Qué pasó en esa habitación? - la expresión de mi padre cambio.

- ¿Entraste cuando...

- ¡No no! - dijo mi papá interrumpiéndome. - Dios, Haz, qué asco. No iba a decir eso, tonto. – dijo mi padre riendo. - ¿Lo hace bien?

- Basta, papá. – le dije mientras ambos reíamos.

Ahí comencé a contarle todo a mi padre. Me amaba, aun más que mamá, no fue difícil contarle sobre Dris. Incluso había noches en las que se volvía cómplice de Dris para hacerme regalos. Después de 3 semanas de enterarse, Dris le pidió ayuda para llevarme por la noche al lago Pryl, cuando llegué con mi padre Dris tenía un botecito preparado con una linterna para un paseo nocturno.

- ¿Si sabes remar, verdad Moore? – dijo papá.

-No se preocupe, míster Pierce. Se lo devolveré sano y salvo. – dijo Dris mirándome.

Mi papá asintió riendo y se dio la vuelta, pero Dris lo interrumpió.

-Pero, señor... ¿ya pensó lo que le dije? – dijo Dris. Hasta la fecha sigo sin saber de lo que hablaban.

-Te di las condiciones, Moore. Tú decides tomarlas o dejarlas. – dijo papá. Y siguió su camino.

- ¡¿Es eso un sí?! – gritó Dris emocionado.

-Buenas noches, niños. – dijo papá sin voltear atrás.

Dris brincó de emoción diciendo "Si, si". Y luego, antes de que mi papá subiera al auto Dris volvió a gritar.

- ¡No se va a arrepentir, señor! ¡Lo prometo!

No sé qué se traían entre manos mi padre y él, pero papá se llevó eso a la tumba. Tres meses después comenzó la guerra contra Woodsworth, una de las ciudades vecinas, papá tuvo que asistir a la guerra, junto al padre de Dris. Sigo recordando esa tarde del 25 de junio de 1962, cuando tocaron a la puerta y bajé corriendo para recibir a papá. En su lugar, estaba el padre de Dris, con su cara seria como siempre, llevaba el uniforme de mi padre perfectamente doblado en las manos. Sólo me miró y yo me hice a un lado para dejarlo entrar, mi mamá venía bajando las escaleras, pero no volteé a mirarla porque detrás del general Moore estaba Dris, me miraba con los ojos llenos de lágrimas, y entonces escuché a mamá gritando entre llanto, y me quedé inmóvil, Dris se acercó y me abrazó.

-Lo siento, amor. – dijo en mi oreja. – Todo estará bien, estoy contigo.

Estaba en shock, no había ni una lágrima que pudiera soltar, ni palabra, ni nada parecido. Tras el hombro de Dris vi llegar a Tom, él se acercó y miró a Dris, ambos me llevaron a mi habitación, y se quedaron mirándome.

-Haz, ¿necesitas algo? – dijo Dris. Debíamos fingir frente a Tom, no fue difícil en ese momento, yo estaba intentando procesar todo.

-A nosotros. Nos necesita más que nunca. - dijo Tom.

Ambos se sentaron, uno de cada lado, y se quedaron ahí junto a mí en silencio. Aún te extraño, pa.

Un Verso de TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora