Ya caída la noche, los tres chicos se encontraban alrededor de la fogata que Dris había encendido. En un tronco estaban sentados Tom y Haz envueltos en una manta, Haz se acurrucaba en Tom para apartar el frío, en una silla plegable estaba sentado Dris, bebiendo una cerveza, y como de costumbre, fumando un cigarrillo.
Esta era su parte favorita, comían bombones y se contaban lo que les había pasado en su semana. La plática de Tom y Dris, por lo general, era sobre las nuevas maneras de encuartelar a sus compañeros de ejército. Haz hablaba de lo bloqueado que estaba para seguir escribiendo, y les contaba sobre la Universidad de Literatura y Poesía a la que estaba asistiendo, sobre cómo todos sus compañeros solían fumar diversas clases de drogas para, según ellos, tener una mente más creativa.
-Sólo un día más de gloria y de nuevo a comer huevo revuelto y puré todos los días. – dice Tom mientras muerde su bombón.
-No quiero volver. – dice Dris estirándose – La peor parte es dejarte de nuevo. – Dris dirige su mirada a Haz que se ve hermoso iluminado por la fogata y recargado en el hombro de Tom.
-No será así. – Haz se levanta de inmediato y entra a la casa de campaña que está en medio.
Dris y Tom lo observan y luego se miran con extrañeza. Haz tiene medio cuerpo dentro de la casa, está buscando algo dentro de su mochila. Cuando regresa, lleva un folder en las manos. Se lo da a Dris y vuelve a su lugar. Al abrirlo, en la cara de Dris se dibuja una sonrisa.
-Hice los trámites antes de que volvieran. – dice Haz. Dris le pasa el folder a Tom quien lo revisa con cuidado.
-Dios, Haz. – dice Tom sin levantar la mirada de la hoja - ¿Estás seguro?
-Ahora sí quiero ir. – Dris no para de sonreír. Haz aplaude entusiasmado.
- ¿En serio, Dris? ¿Haz en el ejército? – Tom parece estar muy preocupado.
-Oye, puedo hacerlo. – dice Haz un tanto molesto – Estaré bien.
-Sí. - responde Dris – Además, "¿Qué podría pasarle? Estaré ahí yo ¿no?" – dice Dris imitando a Tom.
Como le quema el sarcasmo a Tom, sobre todo viniendo de ese engreído al que no ha golpeado por el simple hecho de que lo conoce desde que estaban en pañales. Incluso se acuerda de lo mucho que le molestaba que se robara sus carritos de madera, y de lo diferente que fue cuando conocieron a los doce años a Haz cuando se mudó a Weddington. Haz siempre había sido el punto medio de ambos, sin él, ya se habrían matado.
Después de un rato, Dris decide entrar a su casa de campaña, la que está a la izquierda. Se levanta y les da las buenas noches, Haz hace contacto visual con él cuando Tom está acomodando la leña de la fogata, Dris le manda un beso con los labios que provoca una sonrisa instantánea en Haz para después entrar a su casa. Tom vuelve a sentarse en el tronco con Haz, y se acomodan la manta, incluso se pegan un poco más para mantener el calor. Tom mira de cerca a Haz, cada parte de su rostro iluminado por un abrasador fuego.
- ¿Qué tanto me ves? – dice Haz riendo y empujando a Tom suavemente.
Tom suelta una carcajada suave y se vuelve a acercar, dirige su mirada al suelo, y la regresa a Haz, quien lo mira con una sonrisa. Tom lo mira fijamente y se da cuenta de como se refleja la luna en sus ojos, es realmente precioso. Como si fuera un movimiento involuntario, la mano de Tom recorre la cara de Haz como si fuera la porcelana más delicada del mundo. La sonrisa de Haz sigue ahí, mira detenidamente el cabello azabache de Tom que lo hace ver aún más blanco bajo la tenue luz, el castaño cierra los ojos para sentir cada parte de la yema de aquellos dedos que jamás lo habían tocado así.
Cuando Haz abrió los ojos notó lo cerca que estaban uno del otro, tanto que ya podía sentir el calor de Tom y oler esa loción fuerte que usaba. Los labios de Haz estaban completamente humedecidos, algo en él deseaba probar los labios de Tom, y Tom tenía la boca entreabierta, necesitaba de la boca de Haz, quería ver como ardía mientras lo besaba, y entonces como si una fuerza lo hubiera jalado, Haz se hizo hacia atrás.
-Yo... - dice Haz entrecortado y en voz baja – Iré a dormir ahora. Buenas noches, Romeo. – Tom suelta una risita con el final de aquella frase.
Tom simplemente asiente con la cabeza, frustrado de no haber conseguido lo que quería. Mira como Haz se levanta y le acomoda la manta. Lo sigue con la mirada hasta la casa de campaña. Se despiden con la mano de lejos y Haz entra a su casa. Tom se queda pensando en lo que acaba de pasar, pero antes de que su mente lo sumerja en millones de ideas, decide apagar la fogata e ir a dormir, después de todo, la noche era muy fría, y ahora que Haz no estaba con él, el frío era más intenso.

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Un Verso de Tres
Ficção AdolescenteUna nueva perspectiva a un triángulo amoroso, esta vez uno homosexual en los años 60's. Tres amigos que se enfrentan a las consecuencias del amor, la traición y los celos. Muchas veces no hay vuelta atrás.