<<Y Tom se puede ir muy al carajo. Cada golpe que Haz recibió era un dolor intenso para mí, sobre todo viniendo de él. Si no cree que sé lo siente, bueno, está muy equivocado. Sería yo muy idiota si no me fijara en la manera en que lo mira, creo que comenzó a amarlo de otra manera cuando vio a Haz trepado en una rama de árbol escribiendo en su pequeño libro de poesía. Recuerdo perfectamente ese atardecer de 1963, yo ya tenía 20 años y él acababa de cumplir los 19. Se veía hermoso con la manera en que el sol con su luz en agonía acariciaba su piel, la hacía ver dorada.
- Sabes que hay por lo menos 3 tipos de arañas diferentes que pueden picarte estando ahí, ¿verdad? – le dije a Haz.
Estaba tan concentrado en su poesía que cuando le hablé dio un pequeño salto. Para ese entonces entre nosotros ya había algo más que una amistad. No voy a mentir, es muy complicado ocultarlo, no quisiera hacerlo, pero mi padre me mataría. Si pudiera, tan sólo si pudiera, gritaría a los cuatro vientos que es mío y yo soy completamente suyo.
-Creí que era el único lugar en donde no tendría tu dulce voz interrumpiéndome.
-Por favor, cariño. Ambos sabemos que soy tu base de inspiración. – le dije guiñándole el ojo. No era raro que lo llamara "cariño", Tom sabía que lo decía con arrogancia, y yo no podía evitar llamarlo así para ver como el pánico recorría todo su cuerpo intentando no ruborizarse.
-Oh, por supuesto que lo eres.
- ¿Y ahora sobre qué escribes? – dijo Tom. Haz se colgó de la rama y tocó con las puntitas el suelo para bajarse de ahí.
- ¿No lo ves? Es completamente hermoso. – dijo Haz, por un momento creí que hablaba de mí, porque su mirada estaba en mí, claro que lo hizo con esa intención. – Mira como se mezclan los tonos naranjas, y como el sol se aferra a seguir brillando. – Haz señaló al horizonte. No pude evitar sonreír, los ojos le brillaban, tanto que opacaban al aferrado sol.
-Me encanta tu forma de ver las cosas. – dijo Tom. Me hizo sentir celoso, su tono era muy dulce y parecía encantado por la belleza de Haz, no lo culpo, es realmente hermoso.
-A veces la belleza se oculta en lo más sencillo. – dijo Haz. – Sólo debes ver más allá del horizonte. – Hubo una sonrisa inmediata por parte de Tom. – Ven, dame tu mano. – Haz estiro la suya y tomó la de Tom direccionándolo hacia donde se ocultaba el sol, después empalmo la suya con la de él. – Mantenla ahí. – Tom hizo lo que Haz pedía. – Cierra los ojos.
Tom disfrutaba cada roce de la piel de Haz, yo podía verlo. Veía como se estremecía mientras Haz le estiraba suavemente el brazo y paseaba sus dedos sobre él. Haz se puso detrás y se puso en puntitas para alcanzar el oído de Tom, ahí, comenzó a susurrar.
-Siéntelo. – dijo Haz. – Siente su calor en ti.
Por supuesto que Tom sentía su calor, y no el del sol exactamente. Sentía el calor de mi sol, de mi Haz.
-Genial. – dije para interrumpir todo pensamiento de Tom. – Deberíamos irnos antes de que el sol se meta por completo. Jerry tiene promociones, yo invito.
¿Entienden? Haz lo acarició con delicadeza, y ¿él? Cómo le había pagado ahora. Tengo su brazo en mi cuello, avanza cojeando un poco, sus labios rosas están partidos por una grieta roja. Lo acuesto sobre la litera de abajo de su habitación y saco un botiquín de primeros auxilios para limpiarle las heridas.
-Está bien. No es su culpa. – dice Haz al ver mi expresión enojada. – Se lo ordenaron.
-No lo defiendas. – le digo. En sus ojos hay algo oculto. Suelo ser yo el que desvía la mirada cuando lo tengo de frente, y no por que oculte algo, sino porque me hace sentir un calor tremendo con una mirada fija. Esta vez es él quien lleva la mirada a todos lados.
-Perdón, mi amor.
-No te disculpes. – Se hace un silencio, y mientras limpio su ceja.
-No es por eso. – dice Haz. Puedo ver como le pesan las palabras que dice, el brillo de sus ojos es por lágrimas. – Dris, debo decirte algo.
Lo sé. Sé lo que pasó. No desayuné después de que él se fue. Lo seguí, sólo le di unos cuantos minutos de ventaja. Aproveche un auto parado en la otra banqueta para ocultarme. Algo me decía que iba a pasar, y no podía perder de vista a mi tesoro más preciado. Cuando vi que entraron a la casa husmeé por las ventanas, debí hacerlo, y él nunca debió ponerle un solo dedo encima.
¿Estaba enojado con Haz? De alguna forma lo estaba, pero sabía que no era el único culpable en la acción. ¿Disfrutaste sus labios? ¿Probaste la dulzura de su piel? Nunca se tiene suficiente de él, siempre quiero más, y él, vaya que me complace, así que te entiendo Tom. Entiendo porque cada parte de tu cuerpo se activa al verlo, pero sigue siendo mío, lo sabes bien, idiota.
- ¿Qué tal estuvo? - dije sin mirarlo a los ojos aun limpiando sus heridas.
- ¿Me seguiste?
-La próxima chúpaselo en un lugar alejado de la ventana – dije con una risa sarcástica. No me culpen, es mi manera de evadir problemas.
-Mierda, Dris. Eso no pasó.
-Lo dejaste con las ganas. Te lo dije. – Haz me miraba con dolor. No quería enojarme con él, esto era asunto de Tom. – Le encantas.
-Pero soy completamente tuyo. Sabes eso ¿verdad? – dijo Haz tomándome las muñecas y aferrándolas a su rostro. Le respondo con un beso.
Por supuesto que lo sé, mi amor. Sé que eres completamente mío, y no hay manera que ese pobre perdedor ocupe mi lugar, pero también sé que en este momento, mientras te beso, tenemos un tercer espectador, lo vi de reojo asomado en la puerta.
Puedo sentir como Haz se está encendiendo con ese beso, por eso lo detengo.
-Espera. – digo y me levanto en dirección a la puerta. Haz se queda en donde lo dejé.
Tom se pega rápidamente a la pared de afuera para que no alcance a verlo. Me asomo sin salir de la habitación, y sin voltear a la pared a la que está Tom hablo en voz baja para que Haz no me escuche.
-Ahora debo limpiar lo que intentaste marcar. – seguido a esto, cierro la puerta. Y sí, puedo sentir como se está quemando fuera de la habitación.
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Un Verso de Tres
Genç KurguUna nueva perspectiva a un triángulo amoroso, esta vez uno homosexual en los años 60's. Tres amigos que se enfrentan a las consecuencias del amor, la traición y los celos. Muchas veces no hay vuelta atrás.