Capítulo 8

2 1 0
                                    

Avanzamos por el sendero contrario al que hemos venido en cuanto salimos del cobertizo, completamente a ciegas, ya que el único recorrido que conocemos de aquel bosque inmenso es el que lleva hasta el coto de caza que hemos dejado atrás. Llevamos sin comer nada desde la mañana anterior, el último desayuno que Rose nos preparó antes de partir de aquella cabaña, pero como no parece ser urgente por el momento, seguimos en silencio durante un buen tramo de caminata.

Los árboles por esta zona son bastante más altos, y es lo único que se puede ver en el horizonte: árboles, árboles y más árboles. Por si esto fuera poco, la luz se va atenuando conforme nos vamos introduciendo en el profundo bosque, cosa no demasiado positiva ya que la presencia de Oscuros podría llegar a ser elevada en dichas zonas, pero tendremos que pasar por ahí para abandonar el bosque o, al menos, para intentarlo, debido a que no contamos con ningún tipo de guía que nos diga cuánto nos va a tocar andar hasta dar con otra cosa que no sea tanta maleza.

Según Thomas, él y su mujer tuvieron que caminar durante varias horas hasta dar con la cabaña, pero les resultó liviano. Nosotros deberíamos tenerlo más fácil, principalmente porque somos más jóvenes que ellos y por consiguiente tenemos más aguante, pero tampoco voy a exigirme demasiado, prefiero ir calmado, a mi ritmo, y Jen parece buscar lo mismo.

He de reconocer que las conversaciones con ella se han agotado. Bueno, se agotaron hace tiempo. En las últimas semanas, hablábamos poco, lo justo. Y ahora, durante este recorrido, apenas hemos mediado palabra más que para sacar el mismo tema en dos o tres ocasiones, y me arrepiento de que sea así, pero tampoco sé qué hacer o qué decir, porque nos falta algo que desencadenara una conversación como las que teníamos antes.

Ese desencadenante: ganas, por desgracia.

Quizá, el día en el que volvamos a la ciudad, consigamos retomar nuestras conversaciones de manera fluida.

¿Debería hablar yo, debería hablar ella? ¿Quién tendría que empezar? Nos conocemos demasiado como para estar así, pero la situación nos obliga, de alguna forma, a guardar silencio porque, en el fondo, nuestra desesperación nos impide articular palabra a menos que estemos descansando en algún lugar.

Recuerdo que, en la cabaña, tanto en la nuestra como en la de Thomas y Rose, hablábamos mucho, pero aquí no. Esto también nos ocurrió cuando huimos al bosque, ambos guardamos silencio absoluto hasta que dimos con la cabaña que nos refugiaría durante un año entero, así que decido no preocuparme más.

Nuestra relación no está fría, el ambiente sí. Y el mundo, es un mundo completamente oscuro. Pero, a pesar de todo, si callamos, perderemos la cabeza, y no voy a dejar que eso pase.

—Jen —susurro.

—Jack —susurra también.

—Jen.

—Jack.

Esbozo una sonrisa, seguida de una leve carcajada, y miro de reojo a la susodicha. La risa ha sido de impotencia, esperaba un "qué", o "sí", o un "dime", pero no pretendía que dijera mi nombre como respuesta, aunque yo tampoco he ayudado al repetir el suyo. En el fondo, ha sido gracioso.

—Estaba pensando en qué haremos si nos adentramos en la parte más profunda del bosque —digo, señalando hacia el horizonte.

—No tengo ni idea, pero quizá podamos subirnos a un árbol y pasar la noche entre las ramas, aunque si los Oscuros aparecen, treparán hasta nosotros.

—Tienes razón, continuemos entonces. A ver con qué damos.

—Solo seremos capaces de averiguarlo si seguimos avanzando. Como bien dijiste, lo mejor había sido salir con los primeros rayos de sol, eso nos dará más ventaja a la hora de aprovechar este nuevo día, aunque al de ayer no consiguiéramos sacarle todo el partido posible, estoy segura de que con este será diferente.

El mundo oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora