Había una vez un zorro que vivía solo en el bosque y estaba contento porque todo el espacio era para el, podía saltar como conejo, podía cazar sin tener miedo a que le robaran la comida y podía dormir en cualquier madriguera. Pero un día el zorro se sintió solo y todo lo que hacia ya no tenia ningún sentido.
Se dio cuenta que saltar como conejo era demasiado tonto, que la comida que guardaba se echaba a perder y dormir solo en una madriguera le daba mucho frio.
Así que se deprimió.
Un día decidió salir de su madriguera y sentarse encima de una colina. Al ver el cielo azul, vio una mancha negra que caía lentamente al suelo.
El zorro curioso se acerco a la extraña criatura, cuando ya lo tuvo cerca se dio cuenta que se trataba de un cuervo.
-Ah, más comida - se dijo el zorro.
Pero cuando se acerco para comerla, se percato de que todavía respiraba. A pesar de que era su naturaleza comer aves, tuvo lastima del pobre cuervo y lo llevo con su hocico hasta su madriguera.
Le hizo un pequeño nido con las ramas que caían de los árboles y lo dejo ahí.
El cuervo se quedo allí y paso días y días sin moverse.
El zorro le lamia sus heridas hasta lo cubría con plantas curativas y después se acostaba a su lado para darle calor.
El cuervo sano por fin. Pero entonces fue el zorro quien se enfermo. Tuvo fiebre y le dolía el cuerpo.
Después no pudo levantarse más. La fiebre aumentaba siempre y la garganta le quemaba de tanta sed. El zorro comprendió que estaba gravemente enfermo y hablo en voz alta - Voy a morir. Estoy solo, ya no puedo levantarme más y no tengo quien me de agua. Voy a morir aquí de hambre y de sed - Y al poco rato la fiebre subió más aún y perdió el conocimiento.
Brrrrr
-¿Quién? -
Dejo de teclear y miro a lado de la computadora. Le dio tiempo de leer el mensaje antes de que se apagara la pantalla de su teléfono.
Su hermana no iba a poder comprarle la despensa por problemas con el divorcio.
-No puede ser -
Naruto soltó un suspiro y se reclino en su silla. No tenia nada que cenar, su refrigerador estaba lleno de bebidas energéticas y unas cuantas frutas echadas a perder.
Con un movimiento mecánico, se llevo las manos a la montura de las gafas e hizo ademan de ajustárselas. Tenia que salir a comprar, separarse de su cómoda silla y perder la inspiración.
Miro la hora en la pantalla de su navegador y volvió a suspirar, ya eran las once y media de la noche y la tienda más cercana cerraba a las doce.
Golpeo con sus dedos la madera del escritorio y pensó seriamente si valía la pena comer.
Su estomago rugió en respuesta.
-Mierda -
Se levanto de su cómoda silla, agarro su chamarra color naranja que colgaba en el perchero y salió de su departamento.
El fuerte viento del invierno azoto su rostro, haciendo que todo su cuerpo temblara. Naruto se abrazo a si mismo y bajo las escaleras.
Ningún alma estaba afuera y Naruto lo comprendía ¿Quien demonios querría salir de su casa a estas horas de la noche? Era mejor estar encerrado en casa y disfrutar de la calefacción.
Pero como siempre, dejaba todo a lo ultimo, no más bien confió en su hermana. No es que la culpaba, simplemente le debió de haber dicho antes que no podía y así hubiera ido a comprar su despensa con el calor del sol.
En aquel instante, al girar una esquina, los primeros copos de nieve comenzaron a caer hasta convertirse en una nevada. Naruto maldijo en voz baja, toda su ropa comenzó a perder el calor y el frio hizo que comenzara a tiritar. Sin pensarlo dos veces más y con las gafas inservibles, ya que estaban empañadas, comenzó a correr hacia la tienda.
No podía ver nada. Las figuras parecían grandes manchas coloridas que continuamente se escurrían por todo el cristal. En un intento desesperado por solucionarlo, se quito las gafas e intento inútilmente limpiarlas con las mangas de la chamarra.
¡Choque!
Naruto quedo con la cara enterrada en la nieve, sus anteojos volaron un poco más lejos de él y se quebraron de la montura.
Tuvo algo de vergüenza en levantar la cara y se quedo quieto un momento.
Pero al sentir su cara congelarse, se levanto y miro por todos lados con la fe de que nadie lo observaba.
Como él había dicho, no había ningún alma.
Contuvo un gruñido de dolor y se arrastro hacia sus anteojos que se volvieron más inservibles que antes.
Naruto parpadeo y miro sobre su hombro para ver quien o que, fue el causante de su caída.
Un gran bulto estaba tirado en medio de la calle. Curioso se acerco lentamente y se dio cuenta que se trataba de un hombre.
-¡Ahhh! - Naruto soltó un grito y se aparto rápidamente - ¡Un cadáver! -
Nadie lo escucho.
Naruto se tapo la boca con ambas manos y se volvió a acercar al hombre.
Este estaba acostado boca abajo, por lo que no podía observar su rostro. Naruto quito una mano de su boca y acerco el dedo índice hasta la nariz del tipo.
Un aire cálido choco contra su dedo.
"Todavía respira" soltó un suspiro de alivio y se levanto del suelo. Se sacudió la nieve que quedo pegado en su trasero y pensó en lo que iba a hacer.
No podía dejar a este hombre moribundo en medio de la calle, podía morir congelado, pero tampoco se podía quedar sin comer.
-Ahora regreso - dijo y se dio la media vuelta para correr, pero algo se lo impido.
El hombre había agarrado su pierna y lo apretaba muy fuerte para alguien que se estaba muriendo.
Naruto hizo una mueca y cerro los ojos - Esta bien, tu ganas - dijo y con cuidado cargo al hombre detrás de su espalda.
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El escritor y el mafioso
FanfictionNaruto es un escritor anónimo que publica libros infantiles. Toda su vida se la pasa detrás de una computadora, escribiendo y borrando. Hasta que un día, su hermana decide no hacerle la despensa y no le queda de otra que salir de su departamento. ...