Capitulo 1

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Me miro en el espejo y frunzo el ceño, frustrada. Qué asco de pelo.
No hay manera con él.
Y maldita sea enevy Kavanagh, que se ha puesto enferma y me ha metido en este lío. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales, que son la semana que viene, pero aquí estoy, intentando hacer algo con mi pelo.
No debo meterme en la cama con el pelo mojado.
No debo meterme en la cama con el pelo mojado. Recito varias veces este mantra mientras intento una vez más controlarlo con el cepillo. Me desespero, pongo los ojos en blanco, después observo a la chica pálida, de pelo castaño y ojos azules exageradamente grandes que me mira, y me rindo. Mi única opción es recogerme este pelo rebelde en una coleta y confiar en estar medio presentable. Enevy es mi compañera de piso, y ha tenido que pillar un resfriado precisamente hoy. Por eso no puede ir a la entrevista que había concertado para la revista de la facultad con un megaempresario del que yo nunca había oído hablar. Así que va a tocarme a mí. Tengo que estudiar para los exámenes finales, tengo que terminar un trabajo y se suponía que a eso iba a dedicarme esta tarde, pero no. Lo que voy a hacer esta tarde es conducir más de doscientos kilómetros hasta el centro de Seattle para reunirme con el enigmático presidente de O'Connell Enterprises Holdings, Inc.
Como empresaria excepcional y principal mecenas de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente valioso -mucho más que el mío-, pero ha concedido una entrevista a enevy. Un bombazo, según ella. Malditas sean sus actividades extraacadémicas.
Enevy está acurrucada en el sofá del salón.
—___, lo siento. Tardé nueve meses en conseguir esta entrevista. Si pido que me cambien el día, tendré que esperar otros seis meses, y para entonces las dos estaremos graduadas. Soy la responsable de la revista, así que no puedo echarlo todo a perder. Por favor... — me suplica enevy con voz ronca por el resfriado.
¿Cómo lo hace? Incluso enferma está guapísima, realmente atractiva, con su pelo rubio rojizo perfectamente peinado y sus brillantes ojos verdes, aunque ahora los tiene rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira

-Claro que iré, enevy . Vuelve a la cama. ¿Quieres una aspirina o un paracetamol?
tienes que aractangui or favor aqui tienes la pasuntar la grabadora. Solo
—No sé nada de ella - murmuro intentando en vano reprimir el pánico, que es cada vez mayor.
—Te harás una idea por las preguntas. Sal ya. El viaje es largo. No quiero que llegues tarde.
—Vale, me voy. Vuelve a la cama. Te he preparado una sopa para que te la calientes después.
La miro con cariño. Solo haría algo así por ti, Kate.
—Sí, lo haré. Suerte. Y gracias, ___. Me has salvado la vida, para variar.
y guapa. Y es mi mejor amiga.
kilómetros pasan volando.
Me dirijo a la sede principal de la multinacional del señora O'Connell, un enorme edificio de veinte plantas, una fantasía arquitectónica, todo él de vidrio y acero, y con las palabras O'CONNELL HOUSE en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada. Son las dos menos cuarto cuando llego. Entro en el inmenso — y francamente intimidante — vestíbulo de vidrio, acero y piedra blanca, muy aliviada por no haber llegado tarde.
Desde el otro lado de un sólido mostrador de piedra me sonrie amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada. Lleva la americana gris oscura y la falda blanca más elegantes que he visto jamás. Está impecable.




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LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora