Capitulo 5

192 13 0
                                    

—No hay mucho que saber —le digo volviéndome a ruborizar.
—¿Qué planes tiene después de graduarse?
Me encojo de hombros. Su interés me desconcierta. Venirme a Seattle con Enevy, encontrar trabajo... La verdad es que no he pensado mucho más allá de los exámenes.
—No he hecho planes, señora O'Connell. Tengo que aprobar los exámenes finales.
Y ahora tendría que estar estudiando, no sentada en su inmenso, aséptico y precioso despacho, sintiéndome incómoda frente a su penetrante mirada de aquella mujer.
—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas — me dice ella en tono tranquilo.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Está ofreciéndome trabajo?

—Lo tendré en cuenta - murmuro confundida. Aunque no creo que encajara aquí.
Oh, no. Ya estoy otra vez pensando en voz alta.
—¿Por qué lo dice?
Ladea un poco la cabeza, intrigada, y una ligera sonrisa se insinúa en sus labios.
—Es obvio, ¿no?
Soy torpe, desaliñada y no soy rubia.
—Para mí no.
Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido. De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago.
Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos y esos anillos, aunque no los veo. ¿Qué está pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino hacia delante para coger
la grabadora.
—¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —ella me pregunta.

—Seguro que está muy ocupado, señora O'Connell, y yo tengo un largo camino.
-¿Vuelve en coche a Vancouver?
Parece sorprendida, incluso nerviosa. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.
—Bueno, conduzca con cuidado ella  me dice en tono serio, autoritario.
¿Por qué iba a importarle?
—¿Me ha preguntado todo lo que necesita? — añade.
—Sí le contesto metiéndome la grabadora en el bolso.
Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.
Gracias por la entrevista, señora O'connell.
-Ha sido un placer me contesta, tan educada como siempre.
Me levanto, se levanta ella también  y me tiende la mano.

— Hasta la próxima, señorita Steele.
Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy segura de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perpleja de que esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.
—Señora O'Connell.
Me despido de ella con un movimiento de cabeza. Ella se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de par en par.
—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Steele.
Ella me sonríe. Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.
—Muy amable, señora O'Connell — le digo bruscamente.
Su sonrisa se acentúa. Me alcaro de haberle divertido. Salgo

al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. Andrea y Olivia levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.
—¿Ha traido abrigo? — me pregunta O'Connell.
—Chaqueta.
Olivia se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que O'Connell le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridícula.
Por un momento O'Connell me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Ella si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y el sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapa. Guapísima. Me desconcierta.
—____  me dice a modo de despedida.
—Billie— le contesto.
Y afortunadamente las puertas se cierran.





•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora