Capitulo 4

199 11 0
                                    

actividades físicas. Cambia de posición en su silla. Soy muy rica, señorita Steele, así que tengo aficiones caras y fascinantes.

Echo un rápido vistazo a las preguntas de Enevy con la intención de no seguir con ese tema.

-Invierte en fabricación. ¿Por qué en fabricación en concreto? -le pregunto.

¿Por qué hace que me sienta tan incómoda?

-Me gusta construir. Me gusta saber cómo funcionan las cosas, cuál es su mecanismo, cómo se montan y se desmontan. Y me encantan los barcos. ¿Qué puedo decirle?

-Parece que el que habla es su corazón, no la lógica y los hechos. Frunce los labios y me observa de arriba abajo.

-Es posible. Aunque algunos dirían que no tengo corazón.

-¿Por qué dirían algo así?

-Porque me conocen bien. Me contesta con una sonrisa irónica.

-¿Dirían sus amigos que es fácil de conocerla?

Y nada más preguntárselo lamento haberlo hecho. No está en la lista de Enevy.

-Soy una persona muy reservada, señorita Steele. Hago todo lo posible por proteger mi vida privada. No suelo ofrecer entrevistas.

-¿Por qué aceptó esta?

-Porque soy mecenas de la universidad, y porque, por más que lo intentara, no podía sacarme de encima a la señorita Kavanagh. No dejaba de dar la lata a mis relaciones públicas, y admiro esa tenacidad.

Sé lo tenaz que puede llegar a ser Enevy. Por eso estoy sentada aquí, incómoda y muerta de vergüenza ante la mirada penetrante de esta mujer, cuando debería estar estudiando para mis exámenes.

- También invierte en tecnología agrícola. ¿Por qué le interesa este ámbito? -El dinero no se come, señorita Steele, y hay demasiada gente en el mundo que no tiene qué comer. -Suena muy filantrópica. ¿Le apasiona la idea de alimentar a los pobres del mundo?

Se encoge de hombros, como dándome largas. -Es un buen negocio murmura

Pero creo que no está siendo sincera. No tiene sentido. ¿Alimentar a los pobres del mundo? No veo por ningún lado qué beneficios económicos puede proporcionar. Lo único que veo es que se trata de una idea noble. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confundida por su actitud.

-¿Tiene una filosofía? Y si la tiene, ¿en qué consiste?

-No tengo una filosofía como tal. Quizá un principio que me guía... de Carnegie: «Un hombre que consigue adueñarse absolutamente de su mente puede adueñarse de cualquier otra cosa para la que esté legalmente autorizada». Soy muy peculiar, muy tenaz. Me gusta el control... de mí misma y de los que me rodean.

-Entonces quiere poseer cosas...

Es usted una obsesa del control.

-Quiero merecer poseerlas, pero síen el fondo es eso.

-Parece usted el paradigma del consumidor.

-Lo soy.

Sonrie, pero la sonrisa no ilumina su mirada. De nuevo no cuadra con una persona que quiere alimentar al mundo, así que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero no tengo ni la menor idea de qué. Trago saliva. En el despacho hace cada vez más calor, o quizá sea cosa mía. Solo quiero acabar de una vez la entrevista. Seguro que Enevy tiene ya bastante material. Echo un vistazo a la siguiente pregunta.

-Fue una niña adoptada. ¿Hasta qué punto cree que ha influido en su manera de ser?

Vaya, una pregunta personal. Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.

-No puedo saberlo.

Me pica la curiosidad.

-¿Qué edad tenía cuando la adoptaron?

-Todo el mundo lo sabe, señorita Steele me contesta muy serio.

Mierda. Sí, claro. Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría

informado un poco, Cambio de tema rápidamente.

-Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.

-Eso no es una pregunta. me replica en tono seco.

-Perdón.

No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niña perdida. Vuelvo a intentarlo.

-¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?

-Tengo familia. Un hermano, una hermana y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.

-¿Es usted es intersexual, señora O'Connell?

Respira hondo. Estoy avergonzada, abochornada. Mierda. ¿Por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla? ¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas? Malditas sean enevy su curiosidad.

-si, ___, si tengo uno.

Alza las cejas y me mira con ojos fríos. No parece contento.

-Le pido disculpas. Está... bueno... está aquí escrito.

Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nerviosa, me coloco el mechón de pelo detrás de la oreja.

Inclina un poco la cabeza.

-¿Las preguntas no son suyas? Quiero que se me trague la tierra.

-Bueno... no. Enevy... la señorita Kavanagh... me ha pasado una lista.

-¿Son compañeras de la revista de la facultad?

Oh, no. No tengo nada que ver con la revista. Es una actividad extraacadémica de ella, no mía. Me arden las mejillas.

-No. Es mi compañera de piso.

Se frota la barbilla con sus anillos y sus ojos grises me observan atentamente.

-¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? me pregunta en tono inquietantemente tranquilo.

A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién? Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.

-Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien le contesto en voz baja, como disculpándome.

- Esto explica muchas cosas.

Llaman a la puerta y entra la rubia número dos.

-Señora O'Connell, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.

-No hemos terminado, Andrea. Cancele mi próxima reunión, por favor. Andrea se queda boquiabierta, sin saber qué contestar. Parece perdida.

La Señora O'Connell vuelve el rostro hacia ella lentamente y alza las cejas. La chica se pone colorada. Menos mal, no soy la única.

-Muy bien, señora O'Connell-murmura, y sale del despacho.

Ella frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mí.

-¿Por dónde íbamos, señorita Steele? Vaya, ya estamos otra vez con lo de «señorita Steele».

-No quisiera interrumpir sus obligaciones.

-Quiero saber de usted. Creo que es lo justo.

Sus ojos grises brillan de curiosidad. Mierda, mierda. ¿Qué pretende ella? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me... me desconcentra Trago saliva.


•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora