La sangre brota por el suelo, montónes de cadáveres se apilan como granos de arena. La guerra es una dimensión del hombre que siempre le persigue en sus peores momentos, desde el primer hombre que mató a otro en las épocas pre-diluviana hasta las eras en las que nos encontramos, el hombre ha encontrado guerra, miseria y hambre.
Sigmund no es ninguna excepción a esta regla, sus manos están manchadas de sangre ¿Y todo esto para que? en nombre de una fe, que él creía aférrima y el ideal honorable de defender el suelo que pisa.
Principado de Trípoli, actual Israel, 1135 D.C.
Un niño corría escapando de algo o de alguien entre las calles de la ciudad, tratando de escabullirse, tenía la adrenalina hasta las nubes, no sabía que le podía ocurrir, pero el niño tenía una vestimenta peculiar, definitivamente aquel niño no pertenecía a la doctrina cristiana, sus tierras estaban siendo ocupadas por europeos que habían pasado a través de anatolia y venían de múltiples naciones de la Europa continental, también había una gran confluencia de musulmanes, se podía decir que aquella era una ciudad multicultural, pero el principado estaba controlado por los cruzados, comerciantes cristianos y variedad de romanos bizantinos.
¿El crimen del niño? Robar oro. Había quitado oro de la colecta de una iglesia, por mera necesidad, su familia vivía en la miseria pese a la fama que tenían los hebreos de ser buenos comerciantes y venir de familias ricas.
El niño se quedaba sin aire pero parecía que había logrado esconderse en una esquina apartada donde estaba seguro, pero podía escuchar pasos metálicos. Los soldados cruzados y los grupos templarios junto a los voluntarios bizantinos muchas veces fungían de fuerzas policiales del Principado, habían obtenido dichos privilegios por la ocupación y el mandato del gobernante local.
— Es repugnante toda la escoria que se junta en esta zona del mundo, no creas que no se dónde estás.
Se trataba de un voluntario cruzado, una armadura azabache con un escudo con una cruz roja, toda la cara tapada, se acercó lentamente hasta la posición del niño, aquel infante estaba atemorizado
— Por tu vestimenta se que eres judío.
Antes de que él niño pudiera reaccionar fue tomado por la ropa, tras ello, fue tomado por el cuello y elevado la aire, es cierto, el niño estaba cometiendo un crimen, pero peor aún, estaba cometiendo un crimen en todas las religiones dominantes.
Era Sigmund, tiraba al niño y le propinaba patadas, le quitaba el saco de oro de había robado, no tuvo clemencia, dejó al niño malherido tirado en el suelo, pero más allá de que le quitase el oro, Sigmund decidió quedarse él con el dinero robado sin decírselo a nadie.
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Blood and Dungeons
Fantasy"El pasaje por las mazmorras tiene un peaje con la sangre". La muerte no es siempre el final de un camino, a veces es el inicio de una tempestad, un tormento o un viaje surrealista. Algunos hombres caídos en la guerra describen el más allá como pasi...