"El pasaje por las mazmorras tiene un peaje con la sangre".
La muerte no es siempre el final de un camino, a veces es el inicio de una tempestad, un tormento o un viaje surrealista.
Algunos hombres caídos en la guerra describen el más allá como pasi...
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Cae, como un trueno, como un sólido a reacción, como una bala a centenares revolución el yunque de un martillo de guerra, desciende, parte, rompe, aplasta, golpea, comprime, destruye, arrebata cualquier atisbo de defensa o noción de protección que se le presta por delante y este tronar o cantar del metal choca contra una fina espada larga de una mano, altamente refinada, Ahí estaba, el enano contra la dama de las arañas, el rey y la reina, el humano y la bestia, la fuerza del hombre en contra de la fuerza de la naturaleza, la mano de dios, en contra de la palma de dios, elevado contra elevado, en instancias más menores para el contexto del conflicto: un duelo a muerte.
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La sala retumbó con el rugido del martillo al caer nuevamente. Las losas de piedra bajo sus pies temblaron como si la montaña misma se estremeciera ante el impacto. El Rey Enano, cubierto con una armadura negra como la obsidiana y adornada con runas que brillaban débilmente, alzó su martillo de dos metros con esfuerzo, pero con una maestría que hablaba de siglos de práctica. Cada movimiento era como una danza violenta: una coreografía que combinaba la fuerza implacable con una precisión brutal. Del otro lado, la Reina de las Arañas se movía con una gracia que contrastaba ferozmente con la torpeza de su adversario. Encima de su gigantesca araña negra, de patas finas y chasquidos metálicos, parecía una deidad oscura al acecho. Su espada larga, finamente trabajada, capturaba la luz de las antorchas como una chispa de plata, lista para cortar con una velocidad aterradora. Los ojos rojos de la araña destellaron mientras siseaba, lista para atacar.
La Reina inició el combate con un movimiento rápido y letal. Su espada trazó un arco descendente, dirigido al cuello del enano. Pero el Rey, más rápido de lo que su tamaño sugería, levantó su martillo con ambas manos. El acero de la espada chocó contra el metal del martillo, creando una explosión de chispas que iluminó la sala.
- ¿Eso es todo?
Vaciló aquel enano, con el cantar de una seguidilla de risas, apretando sus dientes, con sus ojos en cólera, emanando luz roja de sus retinas, con la rabia de trillones de hombres dirige un puñetazo totalmente cargado con ether y fuerza en la cara de aquella araña causando una verborrea en toda a habitación, el retumbar se expande, la araña es lanzada, era una situación grotesca, la para parte la pared pasando a la otra sala, la reina aracnida con un leve movimiento de sus dedos crea una rey de soporte donde cae la araña, deja caer su mano, hilos invisibles e intangibles caen, podían ser detectados por usuarios avanzados de ether, rebotan contra la armadura