Prólogo

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El fértil ambiente montañoso de las estepas austríacas se llenaba de sangre de la barbarie invasora de las estepas del este.

Cadáveres manchaban de rojo y barro la hierba verde, caballos caían soltando fuertes graznidos, hombres soltaban improperios contra sus adversarios en idiomas radicalmente distintos, pero entre toda esta masa sanguinolenta se encontraba un hombre con la experiencia de varias campañas militares.

El número de barbaros es mayor a lo esperado en esta ocasión.

Comentaba el hombre colocando en frente un escudo para frenar la llegada de flechas de los guerreros a caballo que se abalanzaban sobre ellos, las flechas simplemente rebotaban contra la armadura y el escudo, aquel individuo iba bien equipado, pese a venir de una familia de campesinos, logró formarse como un caballero, pero aquella batalla sería una inesperada.

¡No me frenareis! ¡Yo soy vuestro final!

La batalla era cercana a riscos montañosos, pero el cargó, acompañado de otros cientos de hombres, chocaron contra la infantería enemiga, sin mucha dificultad, aquel guerrero logro bajara a varios enemigos peor equipados y preparados, minutos pasaron en el conflicto, decenas fueron aniquilados, el choque y conflicto fue llevando a los ejercitos contra el borde de los acantilados

No acaban... parece que se estuvieran multiplicando sin parar

los comandantes cambiaron las formaciones, el hombre azabache estaba tan centrado en su duelo con los demás que ni siquiera se fijaba en su entorno, con mala suerte, acabó chocando frontalmente con la caballería pesada, se sentía arrinconado, varias compañeros habían caído

¡Aaaaaaaaaarg!

*Clank, Clank, Clank*

El expandir del ruido del metal en campo de batalla era audible y desgarrador

¡Sir Sigmund a vuestra derecha!
¿¡Que!?

Un lancero a caballo arremetió contra mí, salí disparado por la inercia contra el borde cercano, dejando un rastro de hojas deshechas que salían volando junto a mí, la fuerza que me golpeó no parecía sacada de este mundo, no me podía creer que alguien pudiera mover tanto peso de un golpe, quizá era un castigo de Dios, quizá era el fatal destino, no lo entendía, pero muchas cosas recorrían mi mente

No... ¡no me creo que vaya a morir de forma tan humillante!

Pero no tardé ni 20 segundos en perder la consciencia cayendo en el vacío, mi mente dejó conectar, cayó en la oscuridad, pensé en mi familia, en la esposa con la que quería tener hijos, pero a veces, el destino no está en la palma de tu mano.

Desperté en un lugar extraño, cada fibra de mi ser en aquel instante era una representación del mero dolor, estaba desconcertado, pero pude alzarme y mirar a mis alrededores, solo pude ver paredes claustrofóbicas, no tan alejadas entre ellas, tras de mí había una pared sin más, pero en frente mía había una puerta

¿Este es el camino al paraíso? se parece al limbo del maestro Dante.

Hacia un poco de frio, pero se estaba bien, llevaba encima mi espada, no sabía que día era, momento del día, mes, no tenía idea, pero decidí dar pasos adelante

¿Me estarán buscando? yo creo que me darán por muerto

Al avanzar y poner la palma contra la puerta, está se abrió sin aviso, mi reacción fue de sorpresa, nunca había conocido de puertas que se abren solas, pero la imagen repugnante que vi después fue aún peor, cadáveres llenos de gusanos en el suelo, caídos por motivos extraños

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