Chocolate blanco

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Yoshi sintió su rostro arder al ser golpeado por los recuerdos de anoche. Giró bruscamente, evitando el contacto visual con el ojiazul.

El mediocampista oraba para que todo fuera una simple pesadilla; de lo contrario, iba a saltar por la ventana de su habitación.

¡Creí ser este mío cuarto! — exclamó Sonne, espantando a Yotún.

¿Qué debía hacer? No había sido intencional; no obstante, no conocía al rubio. Yoshi había tenido problemas por situaciones del mismo "tipo" antes y podía asegurar con total certeza lo miserable que eso te volvía. Lo último que quería era una mancha en su carrera por ser un acosador.

Yoshimar cayó en cuenta de que debía actuar y se enfrentó al rubio.

—No sé si me entiendas... Tu tranquileishon, me voy por la door — dijo el mediocampista, escapando de la habitación.

Oliver escuchó la puerta cerrarse y frunció el ceño —Debí seguir con las clases de español.

. . .

Yotún corría por el pasillo, intentando asimilar la situación; se sentía cobarde por huir, pero concluyó que era lo único que podía hacer. Los recuerdos del "vídeo" lo acosaban como cuchillos, fue una época oscura que aún hoy lo perseguía en pesadillas.

Hace 12 años, el Perú lo señaló con el dedo y lo tildó de marica. Aunque Yoshimar se consideraba bisexual, era consciente de la realidad de su país.

Recordaba con melancolía que había iniciado una relación con su compañero de Cristal, Giancarlo Casas. Lo amaba mucho.
A pesar de ser jóvenes no pasaban por alto la crítica que había hacia las relaciones homosexuales.

En uno de los entrenamientos, ambos futbolistas se dejaron llevar, compartiendo un bonito momento en el pasto: toques y mordidas juguetonas acompañadas de risas joviales. Jamás imaginaron que eso sería captado por cámaras hambrientas de escándalos.

¿Futbolistas gays? Los hinchas los despreciaban, y el Perú se burlaba de su "escenita". Los enamorados no eran igual de fuertes mentalmente; Giancarlo se volvió loco, negó todo, alejándose de Yotún y fingiendo que su relación jamás había existido.

Yoshi no lo odiaba; sabía que Giancarlo estaba asustado, él también tenía mucho miedo. No quería lastimarlo más, así que decidió llorar en silencio, viéndolo como un compañero más. Dejó que el tiempo sanara sus heridas y deshiciera sus sentimientos por Giancarlo.

Los años pasaron; el mediocampista consolidó su carrera como futbolista profesional y se casó. La selección peruana de fútbol lo convocó, viviendo su vida ideal. Pero no podía negar que aún soñaba con Giancarlo; se culpaba por arruinarlo todo, fue incapaz de manejar la situación.

Yoshi se detuvo a mitad del pasillo, tocó su rostro; estaba llorando. Se avergonzó y entró al ascensor del lujoso hotel. Secó sus lágrimas con furia y se regañó mentalmente. "¿Oliver habrá recordado todo?" pensó.

Yotún tomó su teléfono, suspiró aliviado al notar todo tranquilo. Temía que Sonne lo expusiera en internet y lo sentenciara como acosador. Tenía fe en el rubio; se veía buena persona. Pero no podía guiarse solo por intuición, mejor prevenir que lamentar.

Yoshi suspiró y salió del ascensor; quizás podría sentarse en el parque frente al hotel, ordenar sus ideas. Debía enfrentar al ojiazul y relatarle las cosas tal cual fueron. Sus padres lo habían criado como un hombre sincero y correcto. Él, más que nadie, sabía que las mentiras tenían patas cortas y era mejor afrontar los problemas, no evitarlos.

. . .

Oliver se vistió y salió del cuarto, tocando su cabello ansioso por lo sucedido con el mediocampista. Se sonrojó al recordar la situación; tal vez esa era la manera de hacer amigos aquí en Perú. Pensó y se regañó por ser tan tonto.

¡Oliver! Al fin te encuentr- Paolo paró de hablar cuando vio el rostro del menor.

El defensa lamentó tener la piel tan pálida. Sabía que cuando sentía ese calor en sus mejillas, su rostro se tornaba de color rojo tomate. Paolo se acercó y le tocó la frente.

¿Tienes fiebre? ¡No te puedes enfermar! Hoy jugamos contra Chile, tenemos que ganar y puede que sea tu debut — dijo preocupado el capitán.

¡No, no! Estoy bien, solo que... ¡El clima es distinto! — habló el rubio mientras comenzó a mover la mano imitando un abanico.

Oh, es eso, te entiendo. Cuando jugaba en Brasil no aguantaba el calor jaja. Bueno, quería decirte que me disculparas. Me equivoqué, el cuarto donde dormiste es de Yoshi — dijo Paolo con una sonrisa nerviosa, parecía bastante avergonzado por su error.

Oliver pensó en contar lo ocurrido en la mañana, pero prefirió desechar la idea. No quería meterse en problemas ni involucrar a Yoshi en algún lío con su capitán.

No hay problema, me acercaré al profesor para que pueda asignarme una habitación — Paolo negó con la cabeza ante las palabras del rubio.

No es necesario, ya está todo preparado para ti. Fue un error mío lo de ayer, pero claro que hay una habitación para ti. Ven.

Ambos futbolistas caminaron y Sonne sonrió por la amabilidad del 9. Cuando finalmente llegaron, el rubio observó varios papeles pegados en la puerta. Curioso se acercó y leyó uno.

Harto choco-chocolati blanca sublima...

Paolo rió y le tocó el hombro al recién llegado.

El profesor nos pidió que te escribiéramos estos papelitos para darte la bienvenida. En la parte de atrás de cada tarjetita está el nombre de quién lo escribió. Veamos de quién es este.

Oliver se alegró por el gesto. No había entendido nada y apostaba que había leído mal, pero aún así deseaba saber quién había escrito ese peculiar mensaje.

Yoshi Yotún.

Leyó. Su rostro se puso colorado al instante, recordó las manos del futbolista sobre su cintura y cerró los ojos avergonzado.

¡Ah! Ese Yoshi, siempre con sus bromas. ¡ESTÁS ROJÍSIMO! Definitivamente eso no es por el calor; tienes fiebre.

offside | oliver sonne x yoshimar yotúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora