CAPÍTULO CATORCE

2 0 0
                                    

Cuando llega a su casa, decide dedicar un tiempo al estudio para la prueba de admisión a la universidad. Aunque aún le queda un año para presentarla, el estudio es una actividad que le apasiona y por eso elige hacerlo. Por lo general, el estudio es una buena fuente de distracción para ella, pero en este domingo en particular, en el lugar donde está estudiando, su mente se ve afectada por otro tipo de distracción.

En ese momento, la distracción tiene un nombre: Manuel López, el chico de rulos que tuvo la oportunidad de tocarla ayer, y lo que es peor, ella misma le pidió que lo hiciera. Se pregunta qué habría sucedido si sus padres se hubieran demorado un poco más en llegar a casa. No quiere ni imaginarlo, aunque la verdad es que sí desea visualizarlo. Incluso más que eso, anhela experimentarlo.

Sus pensamientos se centran en Manuel, y no puede evitar sentir la necesidad de verlo. "Por Dios, Manuel, necesito verte", piensa con determinación.

Son tantas las ganas que tiene María de ver a Manuel, que le escribe para preguntarle que cuando llegue de la casa de sus abuelos se pueden juntar en la piscina. Aprovechará de llevar traje de baño, la natación le encanta.

Cuando María se va dirigiendo a la piscina a esperar a Manuel, se saca su vestido y se queda en bikini. Normalmente ella no usa bikini, pero no sabe porque esta vez le apeteció. O quizás será mejor que se tape, piensa. No quiere que Manuel la vea así. Cuando Manuel llegue se va a poner el vestido.

Está escuchando música hasta que María siente un ruido.

—¿Manuel? —María se saca sus audífonos.

—No, Iván.

—Se pone tensa.

—¿Por qué buscabas a mi sobrino? —preguntó Iván, interesado.

María rápidamente se tapa su cuerpo y se pone el vestido. Iván recorre con sus ojos cada movimiento que hace.

—Por nada, pensé que era él—María ve a Iván detrás de la reja.

—Entiendo—Iván la sigue mirando—. Lo puedo llamar si quieres.

—No es necesario, ya me iba—. María se levanta de donde estaba tomando sol. Pero escucha otra voz que la detiene a seguir.

—¿Qué sucede? ¿No nos vamos a juntar? —pregunta Manuel.

—Ya me iba—responde María, nerviosa.

—¿No que me ibas a decir algo? —Manuel insiste—No te vayas.

—Manuel, no insistas—responde su tío—deja que se vaya.

No.

Manuel nota algo extraño en el comportamiento de la chica crespa. El día de la cena, María también se puso nerviosa por la visita de Iván. Está pasando algo raro aquí. Piensa Manuel. Decide mirar a su tío que no deja de mirar a María.

—Tío, te puedes ir.

—¿Me estás echando sobrino favorito?

—Ni si quiera soy tu sobrino biológicamente—responde a la defensiva Manuel.

—¿En serio? —dijo María.

—Después te cuento. Tío, si me disculpas—Manuel pasa la reja.

—Un gusto al verte visto, María.

—Ya—. María vuelve donde estaba tomando sol.

Manuel se fija en el vestido que lleva. Sus ojos en los días soleados se ven más hermosos de lo normal. Ahora que están solos, los dos notan el nerviosismo, pero no el nerviosismo malo, uno del bueno. El que cuando ellos saben que pasará algo emocionante.

Los acordes de cómo nos enamoramos.Where stories live. Discover now