CAPÍTULO DIECIOCHO

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Manuel:

Llevaba la vida preocupándose por los demás, pero no de él mismo. Una persona cualquiera lo ve y le encantaría ser cómo él, alto, guapo, musculoso y talentoso. Sin embargo, aunque él recibiera ese tipo de elogios no lograba conformarse con él mismo, es decir qué a pesar de escuchar cumplidos hacia él, no lo llenaba.

Así que, de todas las veces que no se preocupaba por él mismo, ahora lo hará. Como su padre dijo buscar lo que le apasione de verdad le tomará tiempo, pero una de las cosas que más le gusta hacer es tocar y componer música. Se cuestiona hacia si mismo mientras está en el patio de su casa el día domingo con su guitarra en la mano que como ha estado componiendo en secreto, considera que al terminar la canción que estaba escribiendo podría subirla a la plataforma de youtube, no perderá nada al respecto. Solo las ganas de no haberlo hecho.

—Reimundo me contó que volviste a tocar, me alegra haber oído eso—comenta su madre sentándose con él y admirando los movimientos delicados que hace su hijo con la guitarra.

—¿Y Julieta y Lucas?

—Salieron con tu padre, fueron a ver a la abuela.

—Y no me invitaron—Manuel se ríe.

—Estabas durmiendo cuándo se fueron, hijo.

Como Manuel conoce muy bien a su madre, puede ver su cara de ganas saber algo, pero no sabe el qué.

—¿Qué sucede mamá?

—Te he querido preguntar esto de hace rato, porque sé que lo que más te gustaba hacer era tocar la guitarra y entre otros instrumentos.

—Pregúntame no más, mamá.

—¿Por qué dejaste de tocar la guitarra? De hecho, hubo un tiempo que pensé que te querías dedicar a eso, pero de un día para otro, la dejaste de lado.

Manuel piensa en todas las respuestas que tiene para responder la pregunta, la primera es porque con Luciana nunca se motivó a tocarle canciones y ese tipo de cosas. La segunda, es que después de salir del colegio no encontró motivación para seguir haciendo lo que le gustaba. Tercero, simplemente se le fueron las ganas y el entusiasmo.

—No tengo una respuesta concreta, mamá. Pero pensaba en aquel momento que quizás podía ser bueno en otras cosas y no solo en eso. Además, me cuestiona el hecho de que si podía vivir así, y me aburriría o no.

—Entiendo.

—Y aparte, pensaba que ese no era el objetivo de mi vida, que estoy hecho para mejores cosas.

—A mí me encantaría saber tocar instrumentos como tú.

—Me comentas eso porque soy tu hijo, mamá. —Manuel esbozó una sonrisa de medio lado.

—Sí, por eso te lo digo. Porque mi opinión es la que más vale, y te lo digo porque te amo. Todavía recuerdo cuando eras un bebé recién nacido.

—Ay mamá—Manuel ríe—. Soy mayor de edad—Manuel alza su pecho.

Su madre ante ese comentario le responde con un beso y un abrazo de esos que él sabe que siempre se podrá sentir protegido en los brazos de su madre.

—Yo soy feliz con que tú, Lucas y Julieta lo sean. Y yo sé, que desde muy dentro, cuando tocas la guitarra saltas en una pata.

Los dos sonríen y se mantienen abrazados hasta que sienten la reja de su casa abrirse avisando que los demás integrantes de la familia llegaron a casa.

María:

Este es el tercer día que no toma desayuno, la excusa perfecta para no hacerlo —en el caso del fin de semana— levantarse después de las doce para que su familia no sospeche algo al respecto. Por el momento, nadie le ha dicho nada.

Los acordes de cómo nos enamoramos.Where stories live. Discover now