Manuel:
Sentado en su acogedora cama, inmerso en el proceso creativo de dar vida a las melodías que habitan en su mente, Manuel no puede evitar que sus pensamientos se vean invadidos por la figura de su tío Iván. La preocupación se instala en su corazón, alimentada por el temor de que algún mal pueda acechar a María, una inquietud que le impulsa a desear estar a su lado en todo momento para protegerla. Su deseo más sincero es resguardarla con todo lo que esté a su alcance.
Sin embargo, un conflicto interno se gesta en su ser. La sombra del adiós planea sobre su conciencia, ya que sabe que debe partir en febrero. ¿Y si sus sentimientos hacia María continúan floreciendo hasta que la distancia se imponga? La única solución aparente es alejarse de ella, pero esta opción se revela como una tarea titánica, imposible. Por más que Manuel lo intenta, no puede separarse de María, pues su conexión con ella cada vez crece más. Verdaderamente, le gusta María de una manera que va más allá de lo convencional.
Cada momento junto a ella despierta en Manuel sensaciones que nunca experimentó con nadie más, o al menos así lo percibe. Existe una idealización que ha germinado en su mente, pero con María, la realidad supera cualquier expectativa. Manuel siempre se fija en los ojitos castaños de María, ese brillo resplandece cuando habla apasionadamente, ya sea sobre las estrellas o al elogiar la belleza de su familia. En estos momentos, Manuel ha comprendido cuando pasa tiempo con la chica crespa que el amor no se limita a los gestos físicos, como los besos constantes, sino que es un sentimiento inesperado que surge en el momento adecuado.
¿Y si la invita a salir el sábado a la playa? Fue el primer lugar en el que se juntaron, quizás a María le haga ilusión estar con él en aquel lugar porque Manuel sabe que a ella le encanta ver la brisa marina y sentir aquel olor agradable al momento de acercase a las orillas del mar.
"Aunque ella no se ha dado cuenta que me fijo en aquellos detalles que hace que vea la vida de una forma diferente".
Decidido, eso es lo que hará, así que le escribe a María por Instagram preguntándole si se pueden juntar en la piscina como lo han estado haciendo estas últimas ocasiones.
María y Manuel:
—Mamá. Iré a la piscina a ver a Manuel un rato.
—Con cuidado, ¿ok?
—¿Qué crees que pueda pasar, mamá? —pregunta María un tanto nerviosa.
—Nada—Isabel levanta sus hombros y María ya puede percibir una sonrisa malvada. —Solo les digo que tengan cuidado, nada más.
—Ya. Nos vemos.
—Te despides como si te fueras a otra ciudad, hija.
Su madre no es tonta, pero prefiere ocultar todavía que ha dado su primer beso son su vecino, porque las amistades no se dan besos.
María pone sus ojos en blanco y se dirige al lugar anhelando que va a ver de nuevo a Manuel, lo que cada vez le hace mucha más ilusión.
Mientras se dirige a la piscina siente algo incómodo en su cuerpo, presiente que esta ropa no le queda bien, que le queda un poco más justa o que ella se siente más en sobre peso que la última vez que se fijó en cómo se veía con ropa.
—Hola, crespita.
—¿Desde hace cuánto me llamas crespita? —pregunta María, sonriendo.
—Desde este momento—Manuel sonríe.
—Me gusta el apodo. Mi familia también me llama así, especialmente después de ducharme. Cuando me hago mi rutina del pelo.
"Le encanta hablar de su familia" Piensa Manuel regalando una sonrisa a María.
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Los acordes de cómo nos enamoramos.
RomanceUn chico imbécil de la bicicleta. Una chica que toma un acto impulsivo. Un chico que ha perdido su pasión por la música. Una chia cuyo futuro ya lo tiene planeado. ¿Qué sucedería si estas dos personas chocasen en actos impulsivos?