Hace tres años, noviembre.
Con mi sobrino, mi hermana mayor y mi cuñado fuimos a visitar a mi abuela y a mi abuelo. Aunque entusiasmada más de visitar a mi abuelo más que mi abuela —que siempre me he llevado mejor con él—, lamentablemente no estaba ahí. Mi sobrino tiene 8 meses, todavía recuerdo cuando nació y volvió aquella alegría en la casa desde que algunas cosas malas que han sucedido.
Cuando estábamos sentados con mi abuela, mi hermana y yo en la mesa mientras comíamos frutas, no sé cómo surgió el tema de que una amiga mía tiene diabetes, la verdad es que no recuerdo. Solo recuerdo que mi abuela me miró, le dio sus condolencias y comentó hacia mi dirección:
—¿Y usted? ¿No tiene diabetes? Tiene que bajar un poco de peso.
Miré a mi hermana estupefacta y luego miré a la señora que dijo aquel comentario.
—No abuela, no tengo—preferí saltarme el detalle de que me diagnosticaron resistencia a la insulina, no me apetecía comentarle eso. Miré a mi hermana mayor en busca de ayuda, comprendió aquella mirada al instante, sentía mis ojos enrojecerse.
—Eso no se dijo abuela.
—No lo digo de mala, solo digo para que se cuide.
—Independiente de eso. Eso nunca se debe decir—dijo mi hermana levantando un poco más la voz.
Yo me sentí la persona más vulnerable de las tres personas que se encontraban ahí. ¿cómo no podía ser capaz de defenderme y ser tan estúpida? Siempre tengo que recurrir a alguien más si es que me encuentro en situaciones así, siempre.
Seguía mirando a mi hermana desesperada aguantando esa presión en el pecho y aquel nudo en la garganta cuando sabes que se vienen las ganas de llorar. Mi hermana me preguntó si me quería ir, le dije que sí inmediatamente hasta que se me sale una lágrima y salgo corriendo al instante hacia el auto para poder irme a mi casa, el único lugar en el que me siento segura. Me subo al auto y simplemente me derrumbo, no aguanté más y lloré desconsoladamente, pensando que quizás nunca pararía de hacerlo, cuando piensas que las ganas de llorar, esa tristeza y pena que sientes se va a quedar ahí, siempre. Que eso te va a ir controlando de a poco, hasta luego consumirte...
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Los acordes de cómo nos enamoramos.
Roman d'amourUn chico imbécil de la bicicleta. Una chica que toma un acto impulsivo. Un chico que ha perdido su pasión por la música. Una chia cuyo futuro ya lo tiene planeado. ¿Qué sucedería si estas dos personas chocasen en actos impulsivos?