¿No sería maravilloso si, después de toda la conmoción, pudiéramos terminar la historia diciendo: "¡Y vivieron felices para siempre!"?
Pero eso solo ocurre en los cuentos de hadas, porque la realidad no es tan sencilla. Incluso después de que se termine un problema, pueden surgir otros eventos, grandes o pequeños, a lo largo de tu vida.
Y eso era lo que ocurría con Jack, que decidió establecerse en el nuevo planeta Tahmod.
—...
Jack se sentó en la entrada de la cueva y observó la puesta de sol. Mientras el sol escarlata golpeaba la tierra roja, toda la llanura empezó a tornarse dorada. Aunque era una tierra seca sin un trozo de hierba, los gigantes que se erguían como árboles carbonizados constituían un espectáculo impresionante.
A lo lejos, una alta montaña se alzaba bajo la luz azul. Según Kashan, era una montaña rocosa de piedra grises, pero estaba tan lejos que le parecían más de un color azul nebuloso. Añadió, con mucho orgullo, que, desde esta cueva hasta esa montaña, era su territorio. Y tendía a ser especialmente arrogante cuando se jactaba de eso.
En cualquier caso, la cima de la montaña estaba cubierta de glaciares que nunca se derretirían, lo que hacía imposible que un Thermo pudiera escalarla. Debido a que ellos debían tener una fuente de calor estable, sino se congelaban.
Afortunadamente, Jack no era un explorador. Quizás, si le hubiese gustado explorar, hace mucho tiempo se habría convertido en un pionero en lugar de un soldado. Y quizás por eso, mientras miraba las montañas azules cubiertas de nieve a los lejos, pensaba en: "No puedo creer que pueda ver la cima. El clima está despejado el día de hoy."
Parecía no tener ningún deseo de ir allí en persona, ni saber que había más allá.
—Hmm... Es casi la hora.
Incluso un hombre tan indiferente podría impacientarse. Mirando el cielo cada vez más oscuro, Jack esperó el regreso de Kashan.
El gigante negro regresaba justo cuando la sombra en la roca frente a la cueva se alargaba. Nunca se le ocurrió decir que llegaba muy temprano o muy tarde. Solo cuando el sol estaba a punto de esconderse detrás del horizonte, aparecía en la entrada de la cueva con el sonido de unos pasos estrepitosos.
—Date prisa.
Ver como se alargaban las sombras no significaba que el tiempo pasara rápido. Jack se sentó frente a la cueva antes de que Kashan regresara, mientras observaba caer el crepúsculo. A medida que el sol se ponía, sus expectativas crecían.
La razón por la que soportaba el tedioso tiempo de espera era porque dependía mentalmente de la criatura. El humano que poseía huevos del thermo estaba en un estado mental delicado. Por eso, necesitaba la presencia de su thermo, porque estar junto a él y unirse a él, le generaba una sensación de plenitud. Por ello, cuando Kashan se iba, lo primero en que pensaba era en: "¿cuándo lo voy a volver a ver?"
La dependencia era algo más que una simple adicción al placer sexual. El veterano que no tenía a donde ir ahora percibía la cueva como su hogar, y al monstruo como su compañero. La sensación de pertenencia acompañada del placer físico lo llevaba a un estado mental elevado.
—....
A medida que el sol se sumergía bajo el horizonte, un escalofrío comenzó a posarse sobre sus hombros. Jack, que estaba pateando inútilmente la arena fría con los pies, levantó la vista cuando oyó un ruido sordo en el suelo.
Pronto, una gran mano negra apareció en el borde del acantilado.
—¿Kashan?
—[Estoy de regreso.]