9| París es igual a un corazón roto

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MARINETTE

Después de casi media hora dando vueltas por el salón y actuar como si sólo fuera una máquina detrás de Felix, por fin nos dirigimos a una de las mesas a sentarnos.

Agh, tenía ganas de golpearlo pero respiré profundamente antes de voltear a verlo junto a mí.

—¿Se puede saber qué sucede contigo?

—Hay mucha gente aquí y nada debe salirse de control. No creo que sea buena idea seguir con este juego aquí.

Maldito idiota.

Me había puesto un bonito conjunto de lencería bajo este vestido, pero ahora sólo se quedaría mirando en cuánto regresemos al hotel.

—Entonces debiste decirlo antes y no...Olvídalo.

Tomé una de las copas en la mesa y bebí un trago antes de visualizar a la señorita "perro del hortelano" Tsurugi acercándose a nosotros. Felix se tensó a mi lado, era increíble cómo lo tenía tan domesticado que causaba todas esas reacciones en él con tan sólo venir caminando.

—Parece que Gabriel aceptará nuestra propuesta—habló, mirándome de arriba a abajo. ¿Quién se creía?—, quiere reunirse con nosotros en su oficina.

Felix asintió, se puso de pie y se alejó de la mesa en silencio.

«Estúpido infeliz, me ignora por completo, ¿cómo se supone que Kagami podría creer algo de este tonto teatrito?»

Los vi subir por los grandes escalones del salón y Kagami lo tomó del brazo a medida que desaparecían de mi vista.

Suspiré y bebí toda mi copa de un trago. Al final, o ella está guardando muy bien las apariencias como él o su estúpido plan había resultado.

«¿Y eso no era lo que queríamos?»

Sí, pero era una lástima despedirse del buen sexo.

«Felix no es el único hombre del mundo.»

Esa horrible voz tenía razón. Nada me impedía buscar una mejor compañía cuando regresara a Londres.

—¿Marinette?—una voz masculina llamó mi atención y sonreí cuando vi al hombre frente a mí.

«Tal vez ya encontré una mejor distracción.»

—Adrien—saludé y lo invité a sentarse junto a mí.

—¿Qué haces aquí? ¿Viniste por trabajo?

—Sí, vine por trabajo.

—Que exquisito es el destino, ¿no crees? Igual que tú —habló en francés y solté una risita.

—¿Tú crees? Yo soy mejor que el destino —respondí en ese idioma también.

—¿Ha-hablas francés?—Sus mejillas estaban rojas y bajó la vista avergonzado—. Yo...yo no quise decir...

—¿No? ¿O sea que no te parezco bonita?

—No. Sí eres hermosa, pero no quería que entendieras que quise decirte eso.—Se rascó la nuca apenado—. Lo siento. Es que tu inglés es perfecto, por eso creí...

—Nací aquí y vivo hace seis años en Londres, obvio se me pegó ese acento presuntuoso.

Adrien rio y me sirvió una copa de champán antes de volver a conversar. Su voz sonaba tan varonil y bella en francés. Quería que me diga más cosas, en privado de ser posible.

Hablamos un poco del trabajo, aunque omití el detalle de que era secretaria de Felix Fathom, simplemente le mencioné a Empire y Adrien comenzó a hablar sobre el trato que su padre realizaría con la empresa, además de felicitarme por hacer un gran trabajo con esa propuesta.

Secrets |FELINETTE AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora