4| Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas

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FELIX

Poco a poco me forcé a abrir los ojos; la claridad del sol y la jaqueca que comenzaba a darme me hicieron parpadear varias veces antes de enfocar mi vista en algo. O mejor dicho alguien.

Mis ojos se abrieron con sorpresa al vislumbrar a una mujer parada frente a mí; sus ojos azules me golpearon como un cielo sin nubes en verano. Su piel nívea contrastaba tan bien con su pelo negro radiante, aunque estuviera hecho un desastre.

Ella me miró de la misma manera en que yo lo hacía. Estaba confundido, ¿quién era esta mujer y que hacía aquí?

—¡Gracias por todo!—gritó y salió corriendo de la habitación.

Me quedé en shock por algunos segundo más; procesando o despertando de un sueño.

Me senté en la cama y reparé en mi desnudez.

—¿Pero qué...?

Salí de la cama de un brinco, todo a mi alrededor dio vueltas y pocos recuerdos de anoche acudieron a mi mente.

Kagami terminando conmigo en el parque; yo llamando a Claude después de eso y él llevándome a un club del centro.

Después de eso todo se volvía más confuso. Empecé a beber bajo el efecto del dolor, las luces y la música; luego de eso todo en mis recuerdos era negro.

Supuse que me había quedado dormido, pero no. En su lugar, había cometido una estupidez enorme.

«Eres un imbécil, Felix»

Me senté en la cama y levanté del suelo algo que llamó mi atención; era una braga de encaje negro.

Muchos flashes bombardearon mi mente y mi corazón comenzó a latir con fuerza, mientras el calor se expandió por cada rincón de mi cuerpo.

Recordé su cuerpo sobre la cama, sus senos rebotando por cada embestida que le daba, sus agudos gemidos y sus excitantes arañazos sobre mi espalda.

—Mierda...—murmuré entre dientes cuando sentí la erección que se había formado en mi entrepierna.

Corrí hacia el baño para despejar mi mente con un baño de agua fría.

¿Qué carajos me pasaba? ¿Por qué no podía dejar de pensar en esos cortos flashes? ¿Por qué el calor en mi cuerpo no disminuyó a pesar de estar bajo el agua helada?

Jadeé cuando en mi mente resonó su voz gimiendo mi nombre. Aún bajo el agua, guié una de mis manos hacia mi miembro y comencé a masajearlo de arriba a abajo. Necesitaba calmar esto que sentía. No había ninguna otra cosa que apagara este calor en mí ahora.

Mierda...

Apoyé mi otra mano en la pared y continué dándome placer con más fuerza; trayendo a mi mente todos los recuerdos de su cuerpo anoche.

Me tensé por completo al sentir una electrizante sensación recorrer todo mi cuerpo y gemí audiblemente cuando llegué a mi orgasmo, corriéndome en mi mano.

Estaba agitado y aturdido, pero a medida que el agua se llevaba esa exquisita sensación de mi cuerpo; volvía a mí la culpa. Me sentía el peor hombre del mundo, Kagami había terminado nuestra relación anoche y lo primero que hice fue acostarme con otra mujer.

«Y acabas de masturbarte pensando en ella también.»

Cerré los ojos con fuerza. Odiaba a esa voz en mi conciencia.

Kagami siempre decía que un hombre que se dejaba llevar por sus instintos era débil y alguien débil no podía liderar emporios como el de nuestras familias. Siempre me limitaba con ella si de sexo se trataba. Kagami era muy estricta con ese tema.

Secrets |FELINETTE AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora