12|Un final definitivo

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FELIX

Me había vuelto loco.

Es que no hallaba otra razón a toda esta situación.

Marinette pidió un auto de cinco millones y no pude decirle que no. Se lo compré. Le rogué pra seguir con todo esta farsa del contrato a pesar de lo que sucedió con Kagami en París. 

No sabía bien lo que sentía. Creo que no pensaba con claridad, pero, cada vez que Marinette amenazaba con alejarse sólo quería hacer que se quedara, sin importarme las ridículas condiciones que me pusiera.

«Claro, todo menos arrodillarte.»

Ignoré aquel vergonzoso pensamiento. Prefería perder cinco millones que el poco orgullo que me quedaba. Quería mantenerlo, de ser posible, mucho tiempo más.

Apoyé mi frente sobre el escritorio y suspiré.

¿Qué estaba haciendo?

Era tonto creer que Kagami me daría otra oportunidad después de haberla rechazado y era complicado discernir todos los sentimientos confusos que tenía desde hace semanas.

¿Por qué no sentí nada cuando Kagami me besó?, ¿por qué la rechacé?, ¿por qué Marinette provocó todo el efecto contrario a mi novia de nueve años en tan sólo semanas?

«Negarse a la respuesta obvia es inútil.»

Espanté ese pensamiento. Si le seguía dando vueltas a este asunto iba a volverme loco.

Me concentré en la computadora y en los informes del proyecto del hotel en Paris que realizaría gracias a la alianza con Gabriel.

Pasé varias horas tratando de ignorar los pasos de Marinette o su voz afuera de mi oficina. Cuando llegué en la mañana, dejé el contrato nuevo en su escritorio, seguramente ya lo habrá leído. O firmado. Tal vez ya estábamos atados de nuevo gracias a mi dudas y su amor por el dinero.

«¿Sólo eso ella quería de mí?»

Me levanté y tomé uno de los informes de mi escritorio, una excusa para preguntarle si íbamos a seguir con esto o no.

—Marinette, necesito copias de esto—dije abriendo la puerta de mi oficina.

Ella alzó la mirada y me vio desde el otro lado de su escritorio; por alguna razón mi cuerpo se estremeció. Su forma de mirarme era...intensa.

Sin decir nada, rodeó su escritorio, avanzó con pasos decididos hacia mí y me empujó de vuelta a mi oficina mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

La miré sin comprender nada cuando me tumbó en el sofá.

—Ma-Marinette...—susurré y abrí los ojos con sorpresa cuando se posicionó a horcajadas sobre mí.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando la sujeté por la cintura. ¿Acaso estaba soñando? No podía dejar de verla...era real. Tan bonita.

La deseaba... la necesitaba.

—No lo arruines esta vez—susurró sobre mis labios, y sin perder más tiempo me besó.

No entendía nada pero mi necesidad de ella era tan fuerte que no tardé ni un segundo en corresponder a su beso con fiereza. Mi lengua se abrió paso en su boca y la sostuve por la nuca con una de mis manos para evitar que me alejara.

¿Tan fácil era tenerme en su merced?, ¿por qué me sentía así con ella desde la primera noche? ¿Por qué ella?

Marinette comenzó a mecerse sobre mí y ahogó un gemido sobre mi boca. La apegué más hacia mi cuerpo y empecé a pensar en que la ropa era un estorbo.

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