El mundo no estaba preparado para que el tigh end más reputado de los Kansas City Chiefs se metiera en la vida de la cantante del momento y que tal vez terminasen en un fenómeno mediático.
El jugador de fútbol americano, Travis Kutcher; está dispu...
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20 de febrero, 2024 Sydney
Las cosas habían tomado rumbos distintos. La respuesta al miedo comenzaba a sentirse como un rezado sujetando un rosario y de cuclillas frente a la pared con una cinta en los ojos. Travis y yo éramos conscientes de que nuestro mundo se había puesto del revés en el momento preciso cuando nuestro amor rebosaba su mayor intensidad.
Estos escenarios a los que me había expuesto últimamente me tenían la mente cansada, día tras día me preguntaba lo mismo y trataba de darle respuesta a cada una de mis incógnitas. No tenía nada más, tenía pocas personas que me querían y me gustaba vivir sobre el límite, la emoción de sentir riesgo recién se estaba instalando en mi cuerpo y me agradaba en los momentos más difíciles. Se había vuelto una monotonía.
Nos habíamos convertido en prófugos de nuestro destino.
Un nuevo amanecer brotaba su resplandor en el rostro de Travis, quien despertaba tras una intensa noche luego de haber revelado la verdad que tanto concomía en mi cabeza por varias semanas. Aquella mañana, abandoné el hotel para dirigirme al estadio para los ensayos previos al espectáculo. Tenía que entonar mi energía aunque me costase concentrarme. No podía dejarle solo pero me quedaba tranquila sabiendo que mi padre estaría ahí apoyándole.
Travis no dudó en vestirse luego de haber leído una nota que le había dejado sobre la mesa para informarle de mi comprometida agenda y se vistió para dar un paseo a las afueras del complejo turístico. El hotel disponía de jardines, viveros y un gran campo de golf del que poder desconectar bajo un cálido y espeso clima, tópicos del verano.
Travis miraba al frente y por un instante comenzaba a hablar para sí mismo, como si tuviese pájaros en la cabeza. El plan que había inmaculado en su cabeza había salido redondo para su propósito pero había desatado una nueva tormenta familiar. Mientras él caminaba a través de un camino de piedra con varias flores a ambos lados, se metió las manos en los bolsillos de su cazadora cuando alguien mencionaba su nombre a sus espaldas.
—¿Scott? —inquiría Travis al voltearse y darse cuenta que era mi padre quien ibas detrás de él. Miró cabizbajo, temiéndose lo peor de las caras y le espero firmemente a mitad de camino. —Buenos días, señor Silverstein.
—Te he estado buscando, Travis —aseguraba Scott poniendo un brazo sobre el hombro de Travis y comenzaban a caminar juntos, lentamente —. Después del mal trago de anoche me estremecía no verte en el hotel.
—No tienes por que preocuparte Scott, puedo salir de esta —reiteraba Travis dibujando una leve sonrisa en su rostro —. Tu ya has hecho un gran labor haberme acompañándome en este viaje.
—La fama te ha tratado muy mal, era cuanto menos podía hacer por vosotros. Os merecéis lo mejor —consideraba Scott, lastimando la cruda realidad —. Quisiera pedirte disculpas por lo que, seguramente habías escuchado decir de Andrea. Intentaré hablar con ella más adelante.