El mundo no estaba preparado para que el tigh end más reputado de los Kansas City Chiefs se metiera en la vida de la cantante del momento y que tal vez terminasen en un fenómeno mediático.
El jugador de fútbol americano, Travis Kutcher; está dispu...
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23 de marzo, 2024 Nueva York
Cuando Travis y yo avanzábamos sin rumbo en busca de lo desconocido, aquello a lo que llamábamos felicidad, no nos dábamos cuenta del verdadero estropicio que estábamos dejando por el camino como si fuesen secuelas de un terrible accidente emocional. En cierta manera y por desgracia, se sentían como cicatrices en aumento. Pero ¿quién nos iba a curar de esas heridas cuando solo nos teníamos a nosotros para salvarnos?
Travis estaba en su mejor momento a nivel personal, hacía tiempo que no vivía en calma sin sentirse apresurado o de sentir como alguien respiraba sobre su nuca asechando cada movimiento que hiciese en ciego. Dejar a la liga de la NFL fue cuanto menos, su mejor paso afianzado en su vida pero el precio era inevitable a pagar, un costo que dejaba a su paso un frente de personas e íntimos amigos con la soga al cuello sin una explicación legítima.
Uno de su mejores amigos, Patrick acudía a Nueva York para desconectar de la temporada y así reunirse con él para rememorar momentos juntos de cuando eran compañeros de campo. Ambos concertaron un encuentro casual en Dante West Village; un sofisticado restaurante de mariscos. Travis se encontraba sentado en unos de los amplios sofás que disponían en su interior mientras Patrick miraba a través de los ventanales para saludarle desde el exterior. Travis dibujó una sonrisa en su rostro nada más verle y se puso de pie para recibirle.
—Nunca consideré que fueses una auténtica caja de sorpresas —saludaba Patrick ante la tesitura de Travis. Su marcha del equipo se sentía como herida abierta —Se te da muy bien ser una bomba de gas —asimilaba Patrick sentándose al frente de Travis en cuanto un camarero les servía la bebida nada más llegar al tratarse de una reserva.
—Después de todo, iba en serio —indicaba Travis dándole un sorbo a su cerveza ante la perpleja mirada de Patrick —Me imagino que la temporada ha terminado con el listón muy alto... —tronchaba Travis una carcajada a modo irónico.
—Se podía haber mejorado si hubiésemos estados unidos pero hay quienes prefieren salirse del barco antes de hundirse. Un acto heroico ¿no crees? —fruncía Patrick el ceño mientras Travis asumía que iba con segundas. —Veo que has mudado de piel.
—Veo que no entendiste en absoluto mi conferencia pública, quedó más que recalcado mis motivos de mi demisión. A veces, hay que saber mirarse a los hombros antes de que sea demasiado tarde y termines convirtiéndote en un títere —rechistó Travis sin perder la cordura mientras se recolocaba en el respaldo del sofá.
Se sentía el dolor en la mirada de Patrick, para él... Travis era su apoyo y ambos se sostenían a la perfección durante cada partido. Con su marcha, su esencia desaparecía para siempre pero debía seguir en el equipo, por el y su familia.
—¿Me he perdido algo? —arqueó Patrick una ceja tras escucharle —Creí que ya tenías asimilado ser el objetivo de toda las miradas. Todo esto no es por tu nombre y apellido, sino con quienes te rodeas —decretaba Patrick firmemente sobre el paradero del tigh end.