El mundo no estaba preparado para que el tigh end más reputado de los Kansas City Chiefs se metiera en la vida de la cantante del momento y que tal vez terminasen en un fenómeno mediático.
El jugador de fútbol americano, Travis Kutcher; está dispu...
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Aquella madrugada de invierno se alargó más de lo habitual. Los escalofríos nos invadían cada parte del cuerpo, la frustración nos concomía por momentos y el sentimiento de culpa hizo que ambos nos desvelásemos durante toda la noche hasta el punto de perder la noción del tiempo. Fuimos testigos de un sabotaje, de una persecución con fines económicos tras derribar nuestra imagen de pareja consolidada. Lo que fue una proclamación de amor terminó siendo una catapulta al desastre.
Yo permanecía recostada en la cama bajo un camisón de seda viendo como Travis daba vueltas por la habitación intentando calmarse después de darle vueltas al incidente. El sabía que su estrago terminaría saliendo en portada y que sería la comidilla perfecta de todas las reuniones. El no tuvo segundas intenciones, en efecto. Intentó salvar nuestra imagen.
—Vamos Travis, vuelve a la cama —insistí acercándome hacia él para tomarle del brazo pero se mantenía en su negativa, negándose a hacerme caso — No te servirá de nada analizar todo lo que ha sucedido, lo hecho está hecho.
—No voy a permitir que esa panda de payasos nos despellejen hasta acabar con todo lo que hemos construido —. Negaba Travis con la cabeza, muy a la defensiva.
—Debes saber que aunque comentamos errores, es difícil que podamos cambiar la historia a nuestro antojo. Son las consecuencias de vivir bajo este nivel de compromiso con la fama —. Asumí cruzando las piernas, asimilando la sobreexposición que estábamos empezando a tener.
—¿Qué hay de nuestra privacidad? —se volteó hacia mí al pararse frente a la ventana —Hemos derribado nuestra promesa —. Rechistaba apenado.
—No íbamos a amarnos en secreto toda nuestra vida ¿verdad? —le miré fijamente al contratar su realidad con la mía —Deberíamos estar felices de haber dado el paso hacia adelante y demostrar que aunque seamos dos personalidades mediáticas, el amor puede con todo —decreté muy risueña.
—La privacidad significa mucho para nosotros, amor —se sentaba Travis a mi lado y pasó un brazo detrás de mi pelo —Es nuestro escudo, nuestro refugio. Sin ella, serán muchos los que querrán adueñarse de esto —puso una mano sobre mi pecho haciendo mención a mi corazón.
—En ese caso, estaremos al pie del cañón para asegurarnos de que eso nunca pase —aseguré cerrando los ojos, dibujando una sonrisa en mi rostro mientras Travis me besaba en la frente.
Luego de asimilar el despropósito que había hecho la prensa sobre nuestra relación, Travis quedó adormecido en mi regazo mientras yo me mantuve con insomnio el resto de la noche, jugando con los remolinos de su pelo. Travis tenía toda la razón del mundo respecto a la privacidad que tanto quisimos buscar para que nuestro amor se afianzara lentamente. Ahora todo se ha salido del control y es difícil llevarlo a su cauce.
