Capítulo 8

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La llegada de los reyes no tardó en llegar y como buena hija fui a recibirlos.

Todo paso comúnmente y entre muchas cosas logré ocultar a mis dos entrenadores junto a Ethan, durante algunos años.

En algún momento el tiempo pasó tan rápidamente que el día del naufragio había llegado, los reyes anunciaron su salida del reino por dos semanas, semanas en las que calculaba su muerte.

Me mantuve serena y me despedí de ellos formalmente, no adquirí la suficiente confianza como para establecer contacto físico con ellos.

Al caminar por el pasillo cruce miradas con Elsa, la cual había dejado de saludar desde hace mucho, tampoco creo que lo extrañe.

Me incliné ligeramente y me dirigí directo a la habitación, hoy tenía que descansar lo suficiente, ya que mañana al no estar los reyes, mi entrenamiento se duplicará.

He mejorado mucho durante estos seis años, cada vez más ágil, más fuerte.

Me gustaba ser mejor, me gustaba poderle dar pelea a Ethan y que al final de cada combate me de una sonrisa de orgullo.

Ya he leído la mayoría de libros en la biblioteca y Harry me ha ayudado a mejorar mi manipulación no solo con las espadas, sino con muchas otras armas.

Mi arma favorita es el abanico de guerra, es fácil de manejar una vez lo dominas, y puedes almacenar cuchillas en sus pliegues.

William ha sido un increíble maestro, gracias a él puedo pelear cuerpo a cuerpo sin ninguna restricción, ya sea mujer, hombre, soldado, guerrero, no temblaba, solo miraba con determinación a mi rival analizando lo que me podría servir para derrotarlo.

William ha sido más que un maestro, ha estado para mí siempre y es lo más cercano que he tenido a un padre, no podría estar más agradecida.

Y como olvidarme de iguanita, ha sido una gran compañía, y gracias a ella puedo manejar de manera más decente mi don.

Su figura de iguanita no hace más que dar ternura y me ha acompañado en mis noches de estudio, también me ha entrenado en combate, y es una maravillosa amiga.

El problema con el príncipe de las islas del sur solo es un pequeño hueco en el camino, ya que no planeo dejarlo recoger desechos orgánicos de caballos, su intento de golpe de estado fue un pequeño punto a mi favor, contando el hecho de que intento asesinar a la reina no sólo merece la cárcel, este chico tendrá que pagar una cuota bastante alta por todo lo que hizo o más bien, va a hacer.

Los poderes de Elsa se descubrirán tarde o temprano y es más que lógico que la gente se asustara primeramente, ataré cordones y sacaré este lugar al punto de volvernos potencia.

Pensando todo eso me acosté tranquilamente a dormir, mis planes van bien, el reglamento de Arendelle está grabado al rojo vivo en mi mente y no hay nada que logre hacer que yo olvide algo.

....

Los días pasaron y la noticia se esparció por todo Arendelle, la pérdida de sus gobernantes hundió en tristeza cada habitante, y el luto envolvió a todo el reino.

Yo asistí a la misa de luto mientras me caía el cielo encima, la lluvia se hacía presente de manera obvia y duró haciéndose notar más de dos horas seguidas.

No supe que hacer, aquí cantaba una canción toda cursi desde hace seis años, tremendo salto temporal bien grande.

Toqué la puerta de Elsa, sabía que no me iba a contestar, hoy más que nunca, sé que no quiere ver a nadie, solo quiere sufrir en silencio en su habitación como toda una emo.

- Yo... Lamento tu perdida -... Es todo, yo no sirvo en esto, mi corazón de pollo no me deja irme como si nada y mi poco conocimiento sobre consuelo no me deja decir algo coherente.

Sus sollozos se escuchaban aún más y decidí que yo aquí sobraba, fui a la cocina y Cosette estaba destrozada, estaba cortando zanahoria mientras lloraba a mares.

- Cosette, tranquila - traté de animar, con ella era un poco más fácil, técnicamente no era familia de los reyes.

- E-Es por la zanahoria- Que manera de disimular

- La cebolla es la que te hace llorar Cosette, que tal si sales un momento a respirar, yo me encargaré aquí.

- P-Pero princesa -

- Pero nada, ve a tomar un poco de aire, si lloras mientras cocinas me deprimire al comer -

Ella aceptó y se fue lentamente, continúe picando la zanahoria cuidadosamente no sin antes remangarme la camisa.

- Ann- escuché detrás mío, vaya, tan sigiloso como siempre.

-Ethan, ¿que te trae por aquí?- pregunté con una sonrisa, el chico me miró con algo de pena en sus ojos y en algún momento ya me tenía entre sus brazos.

- No estoy muy acostumbrado al contacto físico, pero...Supongo que en estos momentos valen la pena, no sé que decir exactamente, espero puedas perdonarme.

Su abrazo aun se sostenía firmemente, y un olor tan único inundó mis fosas nasales, olía tan bien, su cuerpo desprendía un calor único y al tener mi oreja pegada a su pecho escuchaba perfectamente sus latidos tan acelerados como solamente podría tenerlos alguien al que pareciera darle un paro cardíaco.

Al darme cuenta sus manos se aferraron a mi cintura poniéndome nerviosa y un suspiro en mi oído lo hizo aún más.

Creo que esto de sentirse mejor solo le sirvió a él porqué yo estaba perfectamente antes de que llegara y descontrolara mi pulso cardíaco de una manera imperdonable.

Al separarse sus mejillas estaban adornadas con un leve carmesí y sus ojos rojos eléctricos se fijaban en los míos de manera tan firme que me ponía los pelos de punta.

Aparte la mirada rápidamente y seguí con lo mío.

-G-gracias, eso me hizo sentirme mejor - mentira, en este momento solo quiero salir corriendo de aquí.

Él tomó una cebolla y comenzó a cortarla de manera uniforme y profesional.

- Oh, sabes cortar cebollas -

Me miró como bichito raro, ya lo sé, volví a escuchar mi estupidez con mi reproductor interno y sonó bastante ridículo.

El chico a mi lado se río levemente dándome un codazo suave.

-¿ Acaso parece que no sé cocinar?-

- ¿Lo haces ?

- Claro que sí - esa indignación es tan estúpidamente tierna que tuve que apartar la mirada

- Te cocinare algo alguna vez, para que veas que cocino y lo hago muy bien - Dios, soy yo de nuevo, librame de una intoxicación, amen.

- No quiero morir joven - sentí como me golpeó levemente con un cucharón de metal -

- No me hagas considerar el hecho de agregarle veneno -

- Quien dijo que no lo hicieras - otro golpe.

- Sabes que no me gusta que bromees con cosas como esas.

- Bien, ya paro.

Para lo que todo un reino consideraba el día de hoy, una temporada de luto y tristeza, un tonto hizo que mi día no fuera realmente malo.

(Imagen de Ethan en multimedia)

~Ahora soy su princesa~/Reencarne En Ana - FrozenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora