8~ 𝑺𝒆𝒈𝒖𝒊𝒓𝒂 𝒂𝒔𝒊́?

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Después de eso, Chuuya y Dazai salían más a menudo juntos, y cada vez que lo hacían, algo en el aire cambiaba. Aquella tarde, el cuarto estaba teñido de un suave tono rojizo por el atardecer que se colaba a través de las cortinas. Chuuya estaba a su lado, su rostro sonrojado, su pelo desordenado, y una pila de sábanas revueltas cubriéndolos. Se notaba que tenía frío, lo que lo hacía ver aún más vulnerable.

—Ah, Dazai, ¿estás bien? ¡¿Por qué no me avisaste que estabas enfermo?! —dijo Chuuya en tono regañón, su voz suavizada por la preocupación. Se acercó rápidamente, colocando su mano sobre la frente de Dazai para comprobar su temperatura. Estaba ardiente.

—¡Estás ardiendo! Ugh... ya vengo —dijo Chuuya, con una expresión que mezclaba el enojo con la ternura, antes de levantarse a preparar algo de ramen para él. Mientras lo hacía, también le preparó las pastillas y volvió a su lado.

—¿Te vas a quedar ahí? —Dazai le susurró, su voz apenas un murmullo—. Mejor ven.

Con una sonrisa juguetona, Dazai lo jaló de la cintura, acercándolo hacia él y acomodándolo contra su pecho. Chuuya se sonrojó completamente, sin poder evitarlo. El aroma de Dazai lo rodeaba, cálido y reconfortante, haciendo que su corazón latiera más rápido. Ese simple gesto le dio una sensación de paz que no había experimentado en mucho tiempo. Sin decir palabra alguna, ambos se acurrucaron, dejando que el silencio hablara por ellos. Se quedaron allí, entrelazados, hasta quedarse dormidos, el uno en los brazos del otro.

Pasaron horas así hasta que Chuuya despertó, algo desorientado. Al mirarse alrededor, se dio cuenta de la hora.

—¡EH! ¡SON LAS 6:30!

Dazai saltó de golpe, mirando a su alrededor totalmente preocupado. Chuuya repitió las palabras, y Dazai pasó una mano por su rostro, tratando de despejar la confusión.

—Uh... no importa, no vayamos. Quedémonos aquí —dijo Dazai, abrazándolo por la cintura y atrayéndolo hacia él de nuevo.

Pero Chuuya se apartó ligeramente, decidido.

—¡No! Si ya te sientes mejor, tenemos que ir. ¡Voy a tomar tu baño prestado!

Caminó rápidamente hacia el baño, pero en su prisa casi se cae, y de paso, se chocó con la puerta con la cara. Dazai, divertido, observó la escena y murmuró para sí mismo algo sobre ahorrar agua, sugiriendo que se metieran juntos en la ducha. Chuuya, sin pensarlo, le dio una patada juguetona para apurarlo, y ambos terminaron terminando el día con un poco de caos. Apenas lograron subir a la bicicleta y, claro, llegaron tarde.

—¡Ahh! Mierda, llegamos justo en hora de almuerzo... — Chuuya se quejó mientras tomaba un bocado de comida.

—Nos hubiéramos quedado en la cama.

respondió Dazai, con una sonrisa traviesa.

—Now diwga~s echo... —murmuró Chuuya, con la boca llena, mientras intentaba regañarlo, pero su tono no era nada serio.

Chuuya lo miró y, por un instante, se sintió tan cómodo que se permitió acercarse a Dazai, abrazándolo con suavidad. Sin pensarlo demasiado, Dazai le devolvió el abrazo, envolviéndolo entre sus brazos. Chuuya, finalmente, cerró los ojos y se recostó en su pecho, disfrutando de la calidez de su presencia.

Era una historia de amor tranquila, dulce… Pero, ¿seguiría siendo asi?

Continuará...

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