Capítulo 9: Una cena con mi prometido

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Capítulo 9: Una cena con mi prometido


Amos Diggory había tenido la maravillosa idea de que Cedric Diggory y su prometido, Viktor Krum se debían de conocer mejor antes de la boda, por lo que había organizado una cena para ambos jóvenes solos, en un famoso restaurante. De hecho, había prescindido del obligado chaperón, pues no dudaba de su hijo; además de que, obviamente, nada malo pasaría en un lugar lleno de gente.


A Cedric esto no le hacía ni la más mínima gracia o ilusión, pero no había tenido el corazón para decirle a su ilusionado y bien intencionado padre que su idea le apestaba. Por eso hoy estaba vestido elegantemente y dirigiéndose en una majestuosa limosina a su cena con su prometido.


Siendo sinceros, Cedric no conocía lo suficientemente bien a su prometido como para saber si éste era bueno o malo. Es más, apenas había intercambiado un par de palabras corteses con él en la boda de Arthur Weasley... o mejor dicho Arthur Lestrange, y, verdaderamente, a Cedric no le hacía ninguna ilusión casarse, no quería hacerlo y, en general, le tenía alergia a todos los varones.


Al llegar al restaurante, Viktor ya lo esperaba en el lugar, y un camarero lo guio a la mesa donde el joven búlgaro lo esperaba. Viktor se levantó al verlo y, caballerosamente, le apartó la silla para que se pudiera sentar. Cedric lo hizo, agradeciéndole impersonalmente el gesto.


A medida que la comida avanzó, Viktor trató de montarle conversación a su bello prometido, pero se dio cuenta de lo frío que era y que no tenía ningún interés en él. Eso le hirió el amor propio. Sobre todo, porque él solo buscaba ser amable con el frígido joven. Así que ya que la cortesía no conseguía nada del joven, decidió probar con el ataque.


-¿Sabes...? En cuanto nos casemos, en el verano, nos iremos a vivir a Bulgaria.


Y eso consiguió reacción de Cedric. Al pobre doncel se le cayó el tenedor de la mano de la impresión y quedó boquiabierto, mirando a Viktor parpadeante.


-¿Qué...?- balbuceó por fin.


-Si... como ya sabrás, soy búlgaro y vivo en Bulgaria.- sonrió.- Solo vine para asistir a la boda de Rodolphus con Arthur y decidí quedarme aquí hasta nuestra boda, para conocernos mejor. Pero una vez que nos casemos, dentro de 10 meses, en junio, nos iremos a Bulgaria.


-¿Pero por qué...?


-Porque allá tengo mi hogar y será el tuyo también.


-Pero... Pero... Yo no quiero irme... mi hogar está aquí.


-Sí... este es tu hogar ahora. Pero una vez nos casemos, tu hogar es junto a tu marido y yo decido que éste es en Bulgaria.


Cedric recogió su tenedor del plato con manos temblorosas, mirando el objeto de porcelana aun estupefacto, sin atreverse a mirar a Viktor. Definitivamente, la idea de su padre de esta cena había sido un tremendo error.


-¿Te sientes bien?- preguntó Viktor y, aunque su tono fue normal, a Cedric le sonó a la pregunta mas irónica e hipócrita del mundo.


-No... y, si no le importa, preferiría que nos retiráramos.


-No, antes termina de comer.


-En realidad, no deseo más.


-Obedece, Cedric.- le ordenó Viktor con firmeza, dejando al más joven sorprendido y confundido por la orden.


-No tiene ningún derecho a....- protestó Cedric, levantándose de su asiento, pero la fuerte mano en su muñeca no tuvo ninguna piedad a la hora de apretársela fuertemente y obligarlo a sentarse, haciéndole hacer un gesto de dolor.


-Seré tu marido te guste o no, así que aprende a obedecerme y, si te digo que comas, es mejor que comas.- dijo Viktor, su tono de voz era modulado, incluso hasta bajo, pero a Cedric le erizó toda la piel.


-Por favor...- pidió suplicante.- Me hace daño.- musitó, refiriéndose a la mano en su muñeca.


Viktor asintió y se la soltó. Cedric se sobó la muñeca lastimada con la otra mano.


-No... No puedo comer... Es enserio, tengo el estomago cerrado. No me obligue, por favor.- pidió al fin, después de unos segundos de mirar su plato de comida.


Viktor se lo pensó, bien podía imponerse al doncel, pero algo en esos ojos compungidos lo detuvo.


-De acuerdo. Pediré un café para mí, ¿deseas algo?


-A-Agua.- fue todo lo que dijo Cedric. Viktor asintió e hizo un gesto al camarero que se acercó a toda prisa.


-Un café para mi y agua para mi prometido, puede llevarse los platos.- dijo al camarero, que se apresuró a obedecer.


Ambos comensales permanecieron en silencio, mientras se llevaban los platos y les traían el agua y el café. Una vez solos, Viktor dio un sorbo a su café y miró a su tembloroso prometido. No pudo evitar largar un suspiro.


-Mira Cedric, nos vamos a casar y no quiero que empecemos mal. No quiero que me veas como tu enemigo, no tiene porque ser así.- Cedric no contestó nada, solo permaneció con la mirada baja.- Es enserio, ¿podemos intentar al menos ser amigos? Eso hará las cosas más fáciles para ambos. ¿De acuerdo?- preguntó Viktor.


Cedric permaneció en silencio y, cuando ya Viktor pensaba que no iba a contestar y se iba a dar por vencido con él, el castaño respondió.


-Tienes razón. Pondré... un poco mas de mi parte.


Viktor sonrió, poniendo su mano sobre una de las del más pequeño.


-Todo saldrá bien.- le aseguró.


Cedric lo dudaba seriamente, pero nada dijo.


Continuará..


Alborada (Harry Pottter, Slash Fiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora