Alborada (Harry Pottter, Slash Fiction)

Capítulo 11: El prometido del diablo.

Capítulo 11: El prometido del diablo.

Los ojos de Lee estaban llenos de lágrimas, mientras tallaba con tanta fuerza su cuerpo dentro de la tina, que dejaba marcas rojas en él. Pero, realmente, el joven no sentía el dolor de estarse restregando con tanta fuerza la piel, para él ese dolor no era suficiente, porque lo que él quería en ese momento era arrancarse la piel a tiras.

- ¡Maldito seas! ¡Maldito bastardo! Ojalá te mueras.- sollozó el de cabellos rizos, tallando con más rabia y con más fuerza cada vez. Con el lío de emociones que arremolinaban dentro suyo, Lee estalló, arrojando la esponja contra la pared y, jalándose sus preciosos rizos, gritó con todas sus fuerzas.

A su mente vinieron los acontecimientos vividos hace unos momentos...

Lee Jordan había recibido una carta de George Weasley. En la carta, el pelirrojo se leía desesperado, fue por eso que Lee había escapado de su casa y sin que nadie lo viera o lo supiera, había ido a la mansión donde vivía su pelirrojo amigo, pero George no estaba ahí, ni siquiera Ron. Quien estaba ahí, esperando con una sonrisa burlona, era Fred Weasley. Lee había preguntado por George, pero Fred le había respondido con otra pregunta.

-¿Saben tus padres que estás aquí?

La obvia respuesta era no, pero Lee no le respondió a esa pregunta.

- Será mejor que me retire.- dijo en cambio.- Por favor, dile a George que vine.- le pidió a su prometido.

Después de unos momentos de silencio, comenzó a retroceder, sin dejar de mirar al gemelo. Aun no podía evitar tener miedo cuando estaba en el mismo lugar que Fred, este maldito pelirrojo le daba muy mala espina.

A veces odiaba sus instintos, porque Fred no lo había dejado marcharse, lo había detenido cuando estaba cerca de la puerta, tomándolo del brazo y arrastrándolo hasta el sofá. Éste sonrió divertido al ver lo fácil que se le hacía mover y avasallar a su frágil prometido. Le encantaba la mirada de miedo que le mandaba el moreno, esa mirada que le hacía sentir poderoso y grande.

-¿Sabías que no hay nadie en la casa, Lee? Estamos solos.- Esa sonrisa hizo estremecer a Lee, quien sintió miedo al escuchar las palabras de su prometido, pero por mucho que lo intentaba, sus piernas no le reaccionaban como para empujarlo y correr.- Eres un descarado viniendo a ver a tu prometido solo y sin un chaperón a una casa vacía y a estas horas de la noche.

Mientras Fred hablaba con ese tono burlón, Lee lo entendió todo.

-George no me escribió.- murmuró, cayendo en la realidad.

Fred aplaudió divertido.

-Así es.- asintió.- George ni siquiera está aquí, está con Ron, ambos quedándose en casa de Bill y Severus. Quien te escribió fui yo, ¿acaso mi querido hermanito gemelo no te comentó que siempre he sabido imitar su letra?- preguntó el pelirrojo divertido, acercándose a su prometido, quien se encogió en el sofá.