4- Cuestionamiento

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Transcurrió una semana desde que Hanji y Nanaba se vieron por última vez, donde era común entre ellas reunirse a menudo para tomar el té juntas durante la tarde.

—Hanji.

—Nanaba.

Ambas amigas se observaron por algunos segundos dibujando una mueca curiosa en el rostro, antes de explotar en gritos agudos y pequeños saltitos de emoción.

—¡Funcionó!— Nanaba sonrió radiante.

—Necesito que me cuentes todo con lujo de detalles— susurró Hanji con complicidad.

Nanaba estiró el cuello para corroborar que sus hijos mayores estaban jugando afuera y cerró la puerta con discreción para que ninguno de ellos la escuchara.

—Esto es tan vergonzoso— Nanaba dejó escapar una risa nerviosa mientras regresaba a su silla.

—¿Y te gustó? —Hanji parecía ansiosa.

—No me gustó— Nanaba se mostró seria de pronto. —Lo amé, Hanji.

—¿Y qué te dijo Mike?

—No fue necesario que alguien cuidara de los niños. La verdad es que hace unas noches me levanté en la madrugada, porque mi bebé lloraba en la habitación de al lado y después de hacerlo dormir recordé la lencería que compré. Aproveché de probármela en el baño, cuando Mike apareció y se sorprendió al verme.

—¿Y qué más?

—¡Hanji! —las mejillas de Nanaba lucían rojas. —Entonces Mike me tapó la boca para que no hiciera ruido y me lo hizo de pie frente al espejo del baño. ¡Me hizo acabar dos veces seguidas!

Hanji se llevó ambas manos al rostro emitiendo agudos chillidos de emoción.

—¿Y el dildo? —se apresuró en preguntar.

—Eso será en una siguiente ocasión, pero no sabes cuánto te agradezco. No puedo esperar a que se repita. ¡Dios, fue tan bueno!— Nanaba ya no se veía tan cansada como en ocasiones anteriores.

Ambas amigas siguieron riendo cómplices, el chisme era tan interesante para ellas que pronto se sentaron a tomar el té.

—Ahora cuéntame sobre tu asunto con Levi. ¿Han hablado sobre ustedes?— Nanaba se sentó a su lado.

—Imposible— la felicidad momentánea escapó de las facciones del rostro de Hanji.

—Hanji, lo peor que puede suceder es que te rechace. Ya no tenemos quince años y estamos un poco viejas como para jugar a esas tonterías. Si lo quieres, díselo de una vez. Estoy segura que Levi no te es indiferente. Sería un completo imbécil si lo hace.

—No es tan fácil, Nana— Hanji se lo tomó con calma. —Me pregunto si las cosas cambiarán si algo llega a suceder. Me siento cómoda solo siendo su amiga y no sé si estoy lista para perder su amistad si las cosas salen mal.

—Pero ambas sabemos que tienes un triste caso de fiebre uterina cuando lo ves.

—¡Nana!— se quejó Hanji.

—Por cierto. ¿Todo bien con tus investigaciones sobre las piezas de antigua orfebrería que encontraron en las excavaciones de la nueva estación de metro?

—¿Qué?

Hanji se mordió la lengua, en ocasiones debía recurrir a la mentira y lo peor de todo es que luego le era imposible sostenerla en el tiempo.

Incluso a veces olvidaba que su verdadera profesión era ligada a la arqueología y que ante todos sus amigos como familiares, ella se dedicaba a eso.

—¿Crees que deba cortarme el cabello como cuando era soltera? —preguntó Nanaba cambiando de tema.

Secretos en el paraíso [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora