8- Preludio

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—¿Clases de tango? —Levi preguntó con extrañeza.

—¿Qué tiene de raro? —fue la respuesta de Hanji que se mantenía ocupada limando sus uñas.

La verdad es que la idea surgió de Nanaba y como ella no se atrevía a ir sola, es que Hanji decidió acompañarla. Era bueno que Nanaba se interesara por un nuevo pasatiempo, luego de estar segura con rotunda firmeza que ella merecía tiempo para sí misma.

—Bueno, quizás es algo que esperaría de ti, pero no de Nanaba.

—Sé más claro, Levi.

—Ya lo sabes. Nanaba, la súper mamá de tres niños traviesos como el infierno. Incluso yo me pregunto cómo lo hace sin ayuda— Levi bebió un poco de té.

—Tener niños requiere una gran responsabilidad y un constante compromiso entre los padres, para una buena crianza. Es cierto, se podría decir que a Nanaba no le falta nada. ¿Pero a qué costo?

—Oye, lentes. No es correcto entrometerte en los asuntos de parejas ajenas.

—No estoy diciendo mentiras. Mike es un buen padre, pero como esposo no estoy tan segura. Soy la mejor amiga de Nana, por supuesto que me preocupa. En la noche de copas tuve que llevarla casi arrastrando de regreso a su casa por lo borracha que estaba y las cosas que dijo mientras eso sucedía, me parecen un poco cuestionables. No pienses que no debería decirlo en voz alta, sólo porque Mike es tu amigo.

—Yo también lo pienso, pero no voy por la vida diciéndolo como si nada.

Levi terminó de beber su té y dejó la taza sobre el pequeño plato, antes de pensar en lo dicho antes por Hanji. Por supuesto que no era ciego y podía intuir que algo no andaba bien en ese matrimonio, pero a diferencia de las chicas que solían confidenciarse secretos, Mike y él no hablaban de esas cosas.

Aún las palabras de esa noche, se repetían en su mente. Ella en esa oportunidad mencionó algo sobre una presunta infidelidad por parte de Mike, lo cual lo hacía reflexionar también.

Varias semanas transcurrieron desde esa noche de copas de Nanaba con su mejor amiga, pero las cosas entre Hanji y Levi seguían donde siempre, aunque últimamente él podía ver desde hace unos días a Hanji riéndose mientras escribía en su teléfono. Era posible que ella estuviera conociendo a alguien, pero a diferencia de Levi, Hanji guardaría el secreto hasta la tumba de ser necesario.

Hanji se desperezó tras terminar de limar sus uñas tras reunirse al mediodía y se rio de buena gana después de leer los mensajes acumulados en su teléfono, cuando ella giró el rostro hacia un lado notó que Levi la observaba en silencio.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Hanji aún con la sonrisa en sus labios.

—Sí, tal vez tengas algo entre los dientes. Parece espinaca.

—¡Levi!

Hanji se cruzó de brazos y observó su reflejo en su teléfono, mientras Levi reía por su reacción.

—Veo que aún sigues con mucha energía— comentó Levi con toda calma, después de burlarse de ella.

—Yo siempre tengo energía, solo que reservo mis fuerzas para cosas importantes— masculló Hanji luego de corroborar de que en realidad no había nada en sus dientes.

—¿Tienes algo más qué hacer?

—¿Atormentarte con mi belleza y mi carisma?

Levi pensó que Hanji no tenía arreglo, pero a pesar de que Hanji sí lo atormentaba con su belleza y su carisma, tenían trabajo por hacer.

Secretos en el paraíso [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora