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Para este punto, Jeongyeon no sabe cuántas veces ha revisado su ropa en el espejo retrovisor

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Para este punto, Jeongyeon no sabe cuántas veces ha revisado su ropa en el espejo retrovisor. Ni cuántas veces ha arreglado su cabello. Lo que si sabe, es que está un poco demasiado nerviosa.

No entiende al cien porciento a qué se deben tantos nervios. Siempre había sido muy alzada, atrevida y coqueta; pero todo aquello parecía desaparecer cuando se trataba de Nayeon. Quizá Momo tenía la razón y si había perdido su confianza.

Y necesitaba recuperarla, porque ya estaba estacionada en la casa de Im.

Cuando dieron las 6 en punto, salió del bonito Mercedes, cortesía de Jihyo, y se dirigió a la entrada de la casa, donde el portero la miró confundido.

—Buenas tardes, joven. Estoy aquí por la señorita Im, ¿podría avisarle que ya estoy aquí? Soy Jeongyeon —una mirada juzgona y ya tenía al portero llamándola, con su ceño fruncido.

Pinche viejo. Piensa mirándolo fijamente. Donde le dijera algo fuera de lugar, se lo madrea.

—La señorita Im viene en camino.

—Gracias, wey —se encarga de remarcar la última palabra, ganándose otro gesto disgustado del hombre.

Que delicados son los ricos.

No tiene mucho tiempo para enojarse con el portero, ya que en menos de dos minutos, el portón se abre, dejando ver a una sonriente y emocionada Nayeon.

Y apenas la ve, Jeongyeon siente que todo le da vueltas. Los nervios la invaden más de lo que ya y siente sus manos sudar. La mira de pies a cabeza, impresionada por el lindo conjunto que lleva la mayor. Pronto se siente mareada, casi como si la presión le hubiera bajado.

Dios santo y la Virgencita de Guadalupe, que me traigan una Coca. Definitivamente era una suertuda para que tremenda mujer hubiera aceptado salir con ella.

—¿Nos vamos? —pregunta Nayeon tomando su mano. Su sonrisa no desaparece en ningún momento, está fascinada con la mirada tan encantadora que le regala la menor.

—S-Sí —es lo único que puede decir, de forma muy torpe, hasta guiar a la mayor al auto.

Cuando ambas están arriba, Nayeon no puede evitar reír. No es una burla ni mucho menos, ríe completamente enternecida por los tratos tan tímidos de la menor. Le estaba gustando mucho esa faceta tierna y cuidadosa, dejando de lado su modo coqueto y atrevido.

Ahora no solo era una verdulera sexy con brazos increíbles, también era un cachorrito que tenía ganas de abrazar ahora mismo.

—¿Este es tu auto? —es una pregunta curiosa. Nunca la había visto llegar en auto al mercado, aunque quizá se debía a que la menor siempre llegaba temprano y ella era una impuntual de primera.

Jeongyeon duda un poco en qué responder. Si miente, ya estaría empezando con el pie izquierdo. Aunque si dice la verdad, le daría más vergüenza de la que ya siente por comportarse tan tonta.

Mercadito del amor [2yeon AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora