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Pinches viejas pendejas y ridículas

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Pinches viejas pendejas y ridículas.

Estaba tan molesta y frustrada con la visita, que empezaba a sentirse culpable de animar a Nayeon para que asistieran a esa espantosa reunión. ¿Qué pensaba que iba a suceder? ¡No la recibieron con un cartón de cheves y una carnita asada como ella esperaba! Llevaban menos de veinte minutos y solo había más de lo mismo; miradas fijas, juzgonas, destructivas.

Siente su corazón apretarse cuando Nayeon vuelve a aferrarse a su mano al salir de su escondite. ¿Cómo lograban eso? La mujer más presumida, mamona y sexy que existe, intimidada por una docena de señoras hipócritas que resultaban ser su sangre.

Una locura, ¿no?

—Vamos a buscar a mis papás, los presento, comemos, nos sentamos unos quince minutos y nos vamos, ¿bien? —Jeongyeon la escucha susurrar al tiempo que vuelven a ser devoradas por esos ojos venenosos que esperan a destruirlas. Viejas nadaqueverientas, desquehaceradas.

—Me parece bien, princesa.

Tras un arduo camino de cinco minutos evitando el contacto visual con todas esas personas, finalmente pueden sentir tranquilidad al observar a los señores Im en la cocina, charlando tranquilamente, sin nadie más a su alrededor

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Tras un arduo camino de cinco minutos evitando el contacto visual con todas esas personas, finalmente pueden sentir tranquilidad al observar a los señores Im en la cocina, charlando tranquilamente, sin nadie más a su alrededor.

Jeongyeon puede ver como su güerita sonríe como nunca y la arrastra a paso veloz. Los nervios empiezan a subir cuando ellos la observan.

—Mami, papi, ella es Jeongyeon, mi dulce y adorable novia —Yoo se sonroja furiosamente por la descripción y por las sonrisas enternecidas de sus suegros.

Porque a diferencia del montón de atrás, esos dos si eran buena onda.

—Yoo Jeongyeon, v-verdulera profesional, para servirles —nerviosa, extiende su mano y les ofrece una sonrisa media. Ambos aceptan el saludo amablemente.

¿En serio eran familia de las brujas de afuera?

—¿Yoo Jeongyeon? Me suena... ¡Ya sé! Eres hija del Chayotes, ¿verdad?

—¿El Chayotes? Ah caray, nombre, yo soy hija de mi papá.

—¡El Chayotes! Ah que buenos recuerdos con ese cabrón —Nayeon lo observa boquiabierta. Ella sabía que su papá había sido de barrio, pero pensaba que ya era algo olvidado—. De la verdulería esa, ¿cómo se llamaba, amor?

Mercadito del amor [2yeon AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora