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Si algo odiaba Nayeon, más que las cebollas, era el maldito periodo

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Si algo odiaba Nayeon, más que las cebollas, era el maldito periodo.

¡Ella no entendía el mal que habían hecho las mujeres para ganarse un castigo mensual lleno de hormonas y dolor! Y es que la maldita menstruación aparecía con mucho gusto en el momento más feliz de su vida, como un vil recordatorio de que las cosas positivas siempre terminan.

Porque, diablos, ¿qué tenía de positivo ovular? Probablemente lo único era que no estaba embarazada. ¡Pero era algo que ya sabía de antemano! No había tenido contacto sexual con un hombre en toda su vida y era algo que se quedaría así por siempre.

Pero volviendo a su odio completamente justificado. ¡Pareciera que todo se acomoda cósmicamente para molestarla! En los meses que ha trabajado en el mercado, no había visto tantos montones de gente llegar al puesto de pozole. ¡Hacía un calor infernal y a las personas se les ocurría echarse tres platos de pozole! ¿Y quién limpia los traes? Exacto, ¡ella!

El maldito frío del agua en su zona abdominal no era más que un martirio. Cuanto deseaba irse a casa y arroparse lo más calientita posible para eliminar el ¡maldito dolor de la menstruación!

Juraba por cualquier cosa en el mundo que la próxima persona que se acercara a hablarle, sufriría las consecuencias de su dolor.

O al menos eso planeaba en un principio.

—¡Señorita Nayeon! —una voz chillona llama su atención. Tan solo suspira con fastidio y finge su mejor sonrisa antes de observar a la persona.

Chaeyoung. O algo así recuerda que se llama, honestamente ella no se involucraba mucho con las personas del mercado.

—Sí, dime —resignada a obtener paz, deja los trastes a un lado y se acerca a ella.

La nota nerviosa y eso la pone alerta.

¿No era la niña que confundí con un cholito? ¡Va a pensar que voy a mojarla de nuevo! Aunque le vendría bien un baño, parece una indigente con esa camisa del PAN.

—Y-Yo quería saber si... Si puede ayudarme con algo —diablos, realmente no tenía idea alguna de cómo llevarla a ese maldito local sin parecer una delincuente.

¡Todo sea por esas fresas!

—¿A qué exactamente? Estoy un poco ocupada aquí...

Aunque si lo pensaba mejor, si la acompañaba no tendría que lavar más trastes y los cólicos serían menos insoportables.

—Es que... Jeongyeon y yo estábamos jugando a las escondidas y por accidente la dejé encerrada en el local abandonado, ¡pero le juro que fue un accidente! Entonces yo... No alcanzo la palanca para abrir la puerta y ella no quiere que nadie más le ayude porque le da vergüenza, ya sabe, es una penosa de primera —Nayeon la observa en silencio, con la boca abierta, sorprendida—. M-Me dijo que le pidiera ayuda a Momo o Jihyo p-pero no las he visto hoy así que... ¿C-Crees que puedas...?

Mercadito del amor [2yeon AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora