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Cuando Nayeon dijo que se encargaría de sus ex, Jeongyeon no sabía exactamente a qué se refería

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Cuando Nayeon dijo que se encargaría de sus ex, Jeongyeon no sabía exactamente a qué se refería.

Una sonrisa soñadora se queda plasmada en su rostro, sintiendo las grandes y suaves manos de Nayeon aferrándose de su cintura, al tiempo que ella atiende a uno que otro cliente, dándose cuenta que el agarre se vuelve más posesivo cada que le sonrí...

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Una sonrisa soñadora se queda plasmada en su rostro, sintiendo las grandes y suaves manos de Nayeon aferrándose de su cintura, al tiempo que ella atiende a uno que otro cliente, dándose cuenta que el agarre se vuelve más posesivo cada que le sonríe a alguna mujer.

Posivas, celosas y mamonas, mi mero mole de olla. Piensa alegremente, atendiendo a un último cliente, antes de volver a estar solas en el puesto.

Y aunque le está encantando toda la situación—no pueden culparla, es Im Nayeon—, ella realmente quisiera saber exactamente a qué se debía tanta cercanía.

En un principio había temido un poco por preguntar, ya que el rostro serio y concentrado de Nayeon la habían desconcertado un poco y, hasta cierto punto, también se había asustado por su actitud. Todo aquello desapareció luego de darse cuenta que seguía siendo un toque suave y cuidadoso, a pesar de la posesividad de sus acciones. Una de cal por una de arena.

—Güerita, ¿puedo preguntarte algo? —tan pronto pregunta, ya tiene la total atención de Im, quien asiente, dejándola continuar— ¿A qué se debe tanto cariñito? ¿Ya no trabajas con doña Irene? ¡Y no es queja!

—Si trabajo con mi tía aún, solo que hoy pedí el día libre —responde distraídamente, clavando su vista en esa tipa que no deja de mirarlas desde hace rato.

—¿Y lo demás, qué onda?

—¿No la ves acaso?

—¿A quién? —con una ligera inclinación de cabeza, Nayeon le indica a dónde mirar.

Apenas sube su vista, y ahí está.

Sowon.

Nombre, más sala' que el mar. No mira más allá de dos segundos, antes de que su vista caiga al suelo. Aún así, fue suficiente tiempo para incentivar a la chica a acercarse, con claras intenciones de molestarla.

—¡Jeongyeonnie cuánto tiempo! —la voz aguda de la chica no se hace esperar, acompañada de esa expresión llena de malicia.

Nayeon ya puede sentir como su sangre empieza hervir. Más aún, cuando Jeongyeon hace todo lo posible para quedarse pegada a ella. Busca su mano y no tarda en tomarla con fuerza, dándole seguridad.

Mercadito del amor [2yeon AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora