Andrei
La lluvia cae sin parar sobre los cristales del coche mientras que Saint nos lleva, solo Dios sabe a dónde. Él aun no me dice y yo tampoco pregunto. Mi mente solo continua demasiado distraída con los sucesos ocurridos esta noche como para ser capaz de centrarme en algo más. Ni siquiera sé si es una buena decisión marcharme con el hombre a mi lado; el hombre que me ha mirado a los ojos y me ha mentido de forma constante, el mismo que con una sola palabra pudo evitar que pensara que estaba loco, aunque quizás eso no es tan real, quizás sí lo estoy. Sin embargo, ¿cuáles son mis otras opciones? No voy a quedarme en una casa en la que esas criaturas pueden entrar y salir tan fácilmente.
Aun soy capaz de sentir el aliento de los espectros contra mi piel. No era nauseabundo, pero tampoco una experiencia que quisiera repetir. Sus ojos tan sangrientos observándome, sus voces chirriantes en mis oídos, sus garras despedazando la piel de mi brazo...
Bajo la mirada para ver la venda que cubre mi herida. ¡Duele! Duele como el infierno. Lo peor es que, cada vez que lo observo, es un recordatorio constante de lo ocurrido esta noche; tan real y no una mera ilusión de pesadillas.
«¿Por qué a mí?». Es la pregunta que no para de repetirse en mi cabeza.
Giro mis ojos hacia Saint, a simple vista luce relajado. No obstante, sus manos apretando el volante demasiado fuerte delatan la tensión de su postura. Sus labios se encuentran ligeramente fruncidos y sé que su mente, al igual que la mía, está repitiendo todos los sucesos de esta noche.
Cuesta creer que la trágica experiencia es la que ha provocado una especie de claridad entre nosotros: Que Saint reconociera que me recuerda, que sabe de mí. Sin embargo, esto último solo aviva mi resentimiento, porque también deja claro cuánto ha intentado ignorarme, evitar los años comunes entre ambos.
A pesar de todo, no logro evitar la curiosidad que me causa su persona. No parece haber envejecido ni un solo cabello desde la primera vez que lo vi. Las criaturas infernales de esta noche también parecían temerles, eso me hace pensar que, quizás, Saint no sea del todo humano. Entonces, ¿qué es?
Es aquí que recuerdo las palabras de Dóminic en mi cabeza:
«(...) Soy su hermano» —dijo refiriéndose a Saint—. «Y en tu mundo me reconocen como el Pecado Capital de la Lujuria».
Si ambos eran hermanos, eso significa que Saint también es un Pecado Capital, pero ¿cuál?
Debo de estarle mirando demasiado, porque Saint gira sus ojos en mi dirección antes de volver a centrarse en la carretera lluviosa.
—¿Estás bien? —interroga con suavidad y no puedo evitar el pequeño regocijo en mi pecho debido al destello de preocupación que noté en su mirada. Es un consuelo para mi ego y sentimientos heridos que Saint se preocupe.
Pero, como no quiero soltar todas mis dudas mientras Saint conduce, me decanto por el segundo tema que me inquieta. Cuando hablemos del resto, deseo que sea con él mirándome a los ojos.
—¿Tristán va a estar seguro con tu hermano?
Saint asiente sin dudarlo ni un segundo y he de admitir que su falta de dudas relaja mis nervios.
—Dóminic tiene sus particularidades, pero siempre he confiado en él con los ojos cerrados; le confiaría mi vida sin dudarlo y le confié la tuya que es más importante. —Me dedica una gentil sonrisa—. Si dejé que te cuidase a ti solo representa que es la persona en la que más confío.
Siento mis mejillas encenderse un poco, pero muerdo mis labios para controlarme. No voy a caer tan deprisa, a pesar de todo, Saint me ha ocultado muchas cosas.
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El Pecado de mis Sueños [#1 Pecados Capitales-BL]
Romance¨La avaricia, sin duda, es uno de los signos más auténticos de la infelicidad profunda¨. Franz Kafka