Capítulo 12

89 10 1
                                    

Saint

De todas las cosas que esperaba que Andrei me pidiese mientras nos abrazábamos en la cama, jamás imaginé que esto sería lo que escaparía de sus labios.

Habían transcurrido ya tres días desde la visita de Dimitri y Mateo, tres maravillosos días en los que aproveché hasta el último segundo para conocer a mi hechicero. No volví a tratar el tema del sexo, aun el hechicero lucía agotado por la experiencia en el astral. Por otro lado, Andrei poseía una existencia que yo anhelaba saber. Más allá, del hombre que conocí en los sueños, deseé entender su vida, sus aspiraciones y metas. Descubrí que, a pesar de estudiar derecho, Andrei prefería continuar escribiendo historias si de él dependiera; crear universos ficticios les daba brillo a sus pupilas. También amaba leer romances homosexuales, extrañaba los tomos que dejó en su casa el día del ataque; eran parte de su vida, más que un pasatiempo, sus libros eran otra especia de amigos. Juro que pasaría horas escuchándoles hablar de ello, su emoción era relajante.

Me habló de su hermano, de lo mucho que le amaba y lo extrañaba. Cortó un poco la relación entre ellos cuando pensó que se estaba volviendo loco, pero ahora que sabía la verdad, ansiaba volver a verlo solo para saber cómo iba su vida. Mi pecho se infló de orgullo cuando sugirió que, quizás, podría acompañarle. Andrei también me preguntó sobre mi vida, sobre los sucesos de la humanidad en los que participé; sin embargo, lo que más amé fue cuando tocamos temas más banales: nuestras bebidas preferidas, los colores que amamos, las canciones que repetiríamos una y otra vez sin cansarnos...

Fueron tres buenos días conociéndonos solo nosotros dos...

A lo mejor, por eso ahora me siento tan fastidiado, ya no somos solo dos...

Una mueca se dibuja en mi boca mientras observo el vehículo que se acerca por el camino de la entrada de la cabaña. Por milésima vez desde la petición de Andrei, el pensamiento de que esto no es una buena idea me corroe. No obstante, el hechicero lució tan desolado mientras susurraba este favor y ha pasado por tantas cosas en tan poco tiempo que, simplemente, no tuve corazón para negarle nada.

Incluso ahora, cuando desvío mis ojos del vehículo que aparca y noto la felicidad de Andrei al contemplar a los hombres que bajan del mismo, sé que cualquier consecuencia valdrá la pena. Por otro lado, cuando el joven chico de cabellos revoltosos y profundos ojos azules deja de mirar a su acompañante con el ceño fruncido y le muestra una enorme sonrisa a Andrei, no logro evitar que mi propio cuerpo se tense.

Tristán Di Laurenti, jamás imaginé que un simple y mocoso humano pudiera causarme tantos malestares y celos. Parece una chiquillada, pero no voy a mentir y decir que el chico no altera mi lado demoniaco cuando la verdad es que quisiera mandarle al abismo cada vez que se acerca a Andrei. Me remueve las entrañas, pero, simplemente, reconozco que mis emociones se deben a que él ha compartido el tiempo que yo siempre quise con Andrei y me fue negado. Él pudo ser su consuelo y amigo, mientras que yo solo era una ilusión producto de sueños y, sobre todas las cosas, Tristán nunca le causaría ni la mitad de problemas que yo.

No atraería más demonios de lo necesario a su puerta, no tendría que presionarlo para que descubra sus poderes...

No lo mantendría preso como un pájaro enjaulado cuando Andrei nació para volar libre como el viento.

Andrei, como si fuera un niño pequeño, sale corriendo de mi lado para encontrarse con Tristán a mediación de camino y fundirse en un enorme abrazo. De repente luce pequeño y delicado, como si cargara el peso del mundo sobre sus hombros y solo necesitase soltarlo por unos minutos. Retomar su vida pasada por apenas unos segundos. Saber que aún no pierde esa conexión entre sus seres queridos y los secretos que ahora ha de cargar consigo.

El Pecado de mis Sueños [#1 Pecados Capitales-BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora