Capítulo 9

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Saint

Agradecí la partida de Andrei de la habitación, lo último que deseo es que me vea perdiendo el control de esta manera. Me sentía como si lava ardiendo recorriese cada vena de mi cuerpo. El demonio de mi interior rugía por salir y reclamar sangre. Puede que parezca mentira, pero no he experimentado furia igual desde hace milenios; sin embargo, desde que Andrei comenzó a encontrarse en grave peligro ayer, mi lado demoniaco se haya inquieto.

La Avaricia que me representa ruge por proteger aquello que sabe que le pertenece, lo que más anhela poseer y no está adaptado a recibir negativas a sus primitivos deseos. Tomarme las cosas con calma para no asustar al hechicero es más difícil de lo que pretendía en un inicio.

Dimitri se dio cuenta de ello y ha utilizado mi propia debilidad en mi contra, fue inteligente. Hizo que explotase y que Andrei lo viera, logró que ese lado dormido saliera con más fuerza que nunca y ahora me es imposible ocultarlo. Pero, al menos, estoy complacido por la situación. Ahora seré la persona que Andrei necesita para afrontar todos los sucesos que están ocurriendo a nuestro alrededor. Pero, la verdadera paz en mi pecho, es que Andrei ha visto lo peor de mi imagen mas sigue a mi lado.

No obstante, este paripé no es algo que vaya agradecerle a Dimitri, las cosas podrían haberse salido de control y crear mucho daño.

Sin mirar a los ojos del hombre que se mantiene compartiendo habitación conmigo, me encamino hacia el mini bar que se halla en una de las esquinas de la pequeña sala. Normalmente, beber a esta hora de la mañana es mal visto, incluso para algunos demonios; aun así, necesito con urgencia algo que me permita relajar la tensión y olvidar la ira que me corroe. El ardor que deja el whisky al bajar por mi garganta es tan buena elección como cualquier otra. O, al menos, mejor decisión que la que en verdad deseo.

Lo que más me gustaría es girarme y terminar el ataque que intenté hace unos minutos contra Dimitri. Podría traer graves consecuencias porque, hasta para un demonio primario, atacar a su líder podría terminar en la pérdida total de la magia, el destierro e incluso la propia muerte; por no mencionar como parte de mi subconsciente me recuerda que Dimitri sigue siendo mi hermano, su pérdida me destrozaría.

Es por ello que debo concentrarme en relajarme...

—Lo has hecho bien, pensé que estarías más sumiso —comenta sin mostrar ninguna expresión en específico en el tono de su voz—. Creo que ahora estarás más preparado para protegerlo.

Una risa sarcástica escapa de mis labios antes de que pueda detenerla.

—No me tomes por idiota, Soberbia. A diferencia de mí, no te importa lo que le suceda al chico, solo quieres que tu pieza ganadora se mantenga segura y de tu lado. —Porque, al final, eso éramos todos para él: simples piezas con las que jugar sus partidas. No le importaban las emociones implicadas del resto siempre que saliera victorioso. Solo conocí una vez que Dimitri dudó y eso le causó la pérdida de toda su partida, una que estoy seguro que le sigue persiguiendo día y noche.

Dimitri se encoge de hombros con desgana mientras se sirve su propio vaso.

—No voy a perder la nueva sangre nacida solo porque tus emociones te estén nublando el juicio. —Bebió con calma de su vaso para, acto seguido, girar hacia la mesa de centro en la que había dejado el antiguo grimorio—. Ya los demonios de las sombras no están siguiendo las reglas, Saint, por eso le envié contigo.

—Pudiste haberme avisado.

—Habrías soltado alguna chorrada de que continuaba siendo demasiado joven; pero te cuento algo, ellos no van a esperar que tenga cuarenta años para atacarlo.

Bufo molesto y doy un trago del líquido ámbar antes de avanzar a la zona en la que se halla Dimitri. Tomo entre mis manos el desgastado libro y lo abro para darle una ojeada. Rápidamente, miles de símbolos rúnicos y palabras antiguas llenan las amarillentas páginas. Para mí, no tienen ningún sentido o significado; sin embargo, se supone que Andrei pueda comprenderlos a través de su propia magia.

Al menos eso dijo el viejo hechicero cuando le entregó su libro a Dimitri antes de morir. De su sangre nacería el nuevo elegido y marcaría una nueva era en la que la luz y las sombras se fusionarán. Lástima que las viejas predicciones sean tan poéticas siempre y dejen mucho en manos del destino. Ahora mismo, todo pende de un hilo para nosotros; pero, sea cual fuere la decisión que desencadene todo, no será fácil. No importa el resultado, sino el transcurso.

—¿Sabes qué podría ser todo más sencillo si le cuentas la verdad a Andrei?

El ceño fruncido me indico la respuesta que seguiría.

—Una cosa es aprender a utilizar tu magia e iniciar con pasos de bebé en un nuevo mundo lleno de peligros, otra muy distinta es arrojarle de cabeza a una guerra de la que nadie está seguro; además, —Me miró de forma fija, pero por la expresión de sus ojos, era sencillo percibir que su mente se encuentra en otro lugar; uno más vulnerable—. Nunca es bueno que un ser vivo sepa demasiado de su propio destino, algunos se asustan y otros, pobres ilusos, lucharán por cambiarlo. En ambas opciones habrá problemas.

—Se enojará cuando sepa que no le estamos contando la verdad, sobre la profecía.

Yo mismo le habría contado. Sin embargo, Dimitri fue inteligente, no le dijo a nadie cuando el último hechicero astral se la reveló. O, mejor dicho, a casi nadie. Solo un segundo ser conocía las palabras elegidas y eso costó muy caro...

El final de la profecía desapareció por completo sin ser revelado, ni siquiera al hombre a mi lado. En cierta medida, era un misterio para todos. Solo cuando apareció Andrei y desperté en el astral, Dimitri e confió la primera línea:

«La sangre que despierta se abrirá camino a una nueva guerra».

La frase, sin duda alguna, hace referencia a la sangre mágica que corre por las venas de Andrei y avecina una lucha que se ha estado preparando desde hace siglos.

—Lo que no sabe, no le hará daño —sentenció Dimitri con ira.

—¿Me estás diciendo que no va a enterarse nunca?

—No hasta que sea el momento adecuado, nadie más que yo lo sabe.

—¡Ahí te equivocas! —dije cargando mis palabras con desafío y dándole el segundo golpe bajo del día de hoy. Pues, igual que Andrei era mi punto débil, Dimitri posee su propio talón de Aquiles.

Noto su demonio interno anhelando salir para atacarme. Sin embargo, en una muestra de autocontrol, Dimitri solo cambia de tema.

—Debemos reunir a todos los hermanos.

—¿Crees que quieran venir? No hemos visto a algunos en décadas.

Fue a decir la boca para decirme algo. No obstante, calló de forma rápida cuando un rayo resonó a una distancia demasiado cercana. Me asomé a la ventana y, aunque había pocas nubes de lluvia en el cielo, ninguna mostraba signos de relámpagos.

Un segundo rayo cayó y esta vez comprobé mi teoría, el sonido no era de las nubes y tampoco parecía ser natural. Me tensé, no era posible que tuviéramos algún enemigo cerca; solo los Pecados podían cursar por mis terrenos. Pero, al girarme para confesar mis preocupaciones a Dimitri, me sorprendo al ver el enojo en su mirada y el destello de la rabia pura.

—Vayamos a buscar a tu mocoso, creo que acabamos de recibir una compañía no grata en tu propiedad.

El Pecado de mis Sueños [#1 Pecados Capitales-BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora