Niños y...

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— ¡Es mío! ¡Devuélveme Lo! — gritaba un niño de cinco años con cabello castaño y ojos color caramelo.

— ¡No! ¡No es tuyo! — devolvió el grito un niño de seis años de ojos color violeta y cabello negro.

— ¿Qué ocurre aquí? — preguntó con voz cansada un hombre albino acercándose a los niños.

— ¡Fyodor me quitó mi conejito! — respondió el castaño limpiando una lágrima que escapó sin su permiso.

— ¡Este conejito es mío! — dijo a la defensiva el azabache.

— ¿Estás seguro Fyodor? — preguntó una nueva voz acercándose a la discusión.

El niño observó al peluche que tenía en brazos para verificar si sí era el de él.

— ¡Oh!... No... No es... — respondió al ver que no era el de él. — Perdóname Dazai... — dijo mientras le devolvía el peluche a su dueño. — Pero... ¿En dónde está el mío? — preguntó por lo bajo.

— ¿Ya revisaste en tu habitación? — Preguntó con voz suave el albino poniéndose a la altura del niño.

— Sí... Y no está... — dijo y abrazó a su padre con fuerza quien correspondió el gesto.

El pequeño castaño que estaba observando todo, se acercó a ambos y se unió al abrazo.

— Si quieres te lo puedo prestar mientras encontramos el tuyo. — separándose, propuso al niño estirando sus manitas con el peluche.

El niño se le quedó mirando un momento y le sonrió. — Gracias, Dazai. — respondió, agarró el conejito y abrazo a su hermano.

— Son muy tiernos ¿Verdad, Fukuzawa? — Dijo el otro adulto con voz suave, sin moverse de la puerta.

— Sí, Mori. — contestó acercándose a su esposo. — Lo son. Ahora... ¿Tienes idea de dónde puede estar el conejito de Fyodor?

— No. Pero se quien sí sabe. Ven. — dijo agarrando de la mano a su esposo.

Caminaron hacia la habitación que estaba al lado derecho de la del castaño. Y el azabache llamó a la puerta.

— Rampo. Abre la puerta, queremos hablar contigo. — pidió y la puerta se abrió.

— Pasen. — fue lo que dijo dejándolos pasar. — ¿Qué es lo que necesitan de su adorado hijo? — preguntó con una amplia sonrisa un niño de nueve años con el cabello negro y ojos verdes.

— Queremos que nos digas si tú sabes en dónde está el conejito de Fyodor. — habló el azabache.

— Sip, lo se. — afirmó dirigiéndose al closets. — Yo lo guarde. Los niños no paraban de pelear y pensé que si los ponía en una situación en dónde ambos se vieran vulnerables se unirían para encontrar una solución... Funcionó ¿Verdad?

— Sí, pero no debes volverlo a hacer. Tus hermanos terminaron llorando. Y no me gusta verlos así. ¿Entendido? — dijo soltando un suspiro el albino.

— Sí, papá. — respondió dándole el peluche al hombre de cabello negro.

— Bien, volvamos con los niños. — mencionó con una sonrisa en su rostro el azabache.

Se dirigieron a la habitación encontrándose con la mirada de los dos niños que se veía claramente que ya se habían enterado de todo.

— Rampo lo tenía ¿Verdad? — el castaño fue el primero en hablar.

— Sí... Pero lo hizo para que ustedes ya no siguieran peleando. — habló Fukuzawa.

— Exactamente. Así que no se enojen con él. — dijo Mori acercándose a los dos pequeños y devolviendo el conejo de peluche.

Siempre Contigo /Soukoku vs FyoyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora