Horas después del funeral de Wallace Johnson.
—¿Sabes una cosa, cariño? Tal vez deberíamos ir a la casa de la familia del reverendo y echarles una semana los próximos días… —Meghan hablaba con su marido mientras buscaba algo en su armario, pero se dio la vuelta al percibir que la cabeza de Mike estaba en otra parte y no en la conversación. —¡Cariño! ¿Mike? – lo llamó.
Mike estaba sentado en el borde de la cama con un zapato puesto y el otro en la mano, mirando a algún punto fijo de la habitación perdido en sus pensamientos.
Había pasado una semana desde que fue a la casa de los Johnson para informar a los hijos del reverendo que su hermano Wallace había fallecido. Estuvo con ellos hasta que vino una de las mujeres que ayudaba en la iglesia acompañada por la hermana menor de Isaiah, Mary Anne. Después de estar seguro que Aaron y Alice estarían bien, Mike se fue al hospital pues Isaiah había tenido una fuerte crisis de ansiedad y fue necesario ingresarlo. Cuando llegó se encontró con su esposa que estaba al lado del sheriff. Se notaba que Meghan había estado llorando. Desde que se habían casado su mujer había empezado a compartir con la comunidad por su esposo, ya que ella venía de una familia sureña muy arraigada a ciertas costumbres, pero por Mike, Meghan aprendió a dejar a un lado viejos prejuicios. También conocía a Wallace desde que era un niño, y la noticia también fue muy dura para ella.
El sheriff Smith explicó a Mike todo lo que había sucedido esa noche hasta y comenzó a entrar en detalles sobre la muerte de Wallace.
Mike se quedó en shock, no sólo por la agresividad de lo que había pasado, sino por que en su cabeza se reproducía una y otra vez la imagen de lo que había visto unas horas antes en la puerta de su casa.
¡No podía ser! No, no era posible. Tenia que haber una explicación, algo que pudiera demostrar que lo que pasaba por su cabeza no era cierto, tenía que estar equivocado. Los muchachos de su mujer no podrían haber hecho algo tan monstruoso.
Ese pensamiento lo acompañó a cada instante de aquella semana. Al igual que la imagen de su amigo en el hospital, en el entierro, o durante la ceremonia en homenaje a Wallace. En ningún momento Mike fue capaz de centrarse en nada más, y evitó coincidir en casa con Scott. No tenía la fuerza y puede que tampoco tuviese estómago para verlo.Aún sin pruebas Mike no sabía de lo que sería capaz de hacer con Scott o con Thomas por las sospechas que tenía, pero no podía callarse por más tiempo.
—Cariño estás bien? —preguntó Meghan muy preocupada. —Amor mírame por favor ¿dime que está pasando?—insistió.—Sé que la muerte de Wallace nos tiene a todos muy afectados, pero por Dios Mike, tú pareces que te estás perdido en otro planeta. –habló con un tino de desesperación en su voz.
Mike siempre había sido muy conciliador y protector con los suyos. Una de sus mayores virtudes era traer paz en momentos difíciles y ser de máxima ayuda para quienes lo necesitaban. Pero justamente cuando más lo necesitaban lo único que el profesor hacía era estar por los rincones callado y con la mirada perdida.
—Lo cargué en mis brazos pocas horas después de haber nacido. —habló con la voz rota. —Estuve en cada uno de sus momentos más felices y en los más duros también. Estuve ahí hasta el último momento de su vida, tú lo sabes. Ahora Wallace está muerto y tal vez sepa quién le quitó la vida.
—¿De qué estás hablando amor? – lo interrogó Meghan y Mike bajó la mirada, pues no sabía como iba a decirle algo así a su esposa. —¡Mike por amor de Dios mírame! —demandó—¿Cómo que sabes quién asesinó a Wallace?Habla hombre…Me estás desesperando.—insistió con una angustia que no podía soportar.
Mike comenzó a contar todo lo que había pasado desde que recibió la llamada de Karl avisando sobre la muerte de Wallace. Mientras las palabra salían de su boca Meghan iba perdiendo poco a poco el color.
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Vidas Opuestas
RomanceScott Hoffman tenía una única misión en la vida, destruir. No importaba el qué o a quién, lo habían enseñado a repartir el odio y estaba encantado de poder hacerlo, nadie disfrutaba más de liberar sus demonios que él. "Los discípulos de Caín", su cl...