Vidas Opuestas

Capítulo 9: Una chica como tú.

Scott estaba tumbado en su cama con una sabana encima que le tapaba nada que el final del camino hacia la felicidad que marcaba aquella V de su abdomen estaba mirando algún punto fijo del techo mientras que Alexia se vestía y hablaba con él. Scott no estaba escuchando absolutamente nada de lo que decía, estaba perdido en sus pensamientos cuando le llegó un mensaje a su teléfono que estaba encima de una silla en su habitación y Alexia lo cogió para ver de quien era.

-AARON JOHNSON

Alexia abrió mucho los ojos y le tiró el teléfono a Scott que lo cogió en el aire.

- ¿Fue el hijo de Johnson él que te hizo esto? – Preguntó Alexia cabreada señalando la cara de Scott.

-Solo fue un malentendido Alexia no es para tanto. -Explicó Scott con cansancio.

- ¿Qué no es para tanto? ¿Es que acaso te has vuelto loco? ¿PERO QUIÉN SE CREE ESE M***A QUE ES? Pero te aseguro que esto no se va a quedar así. ¡¡Ah no!! Esta misma...

-¡¡¡EEH NI SE TE OCURRA MENCIONAR ESTO CON NADIE!!!-Alexia se sobresaltó cuando Scott saltó de la cama desnudo y la agarró del brazo, aquello no era un pedido, era una orden. -Ya tengo demasiados problemas con esa familia como para querer sumar uno más Alexia, así que es mejor que solo sigas utilizando esa boquita para lo que a mí me gusta o tendrás serios problemas conmigo, ¿Está claro? - Scott habló con tanta seriedad, una que jamás había utilizado con ella, que ni si quiera se le pasó por la cabeza protestar. Cogió su bolso, levantó la cabeza y se apartó de él.

-Haz lo que quieras Scott, pero sabes perfectamente que esto no debería quedarse así, ¿Qué pensarán los del club si se llegan a enterar que ese imbécil te puso la mano encima y tú te has callado como una perra? - Habló Alexia con tono despectivo.

-Me importa muy poco lo que piensen en el club, y si me conocieras lo suficiente sabrías que yo no soy la perra de nadie. -Susurró Scott con rabia, y ese susurro dio más miedo que si hubiera gritado. Alexia lo miró bien a los ojos y salió de allí lo más rápido que pudo. Puede que a Scott no le importará lo que pensaban los del club, pero a ella sí y mucho, porque si empezaban a perder el respeto por Scott, también lo perderían por ella y Alexia no volvería a ser una groupie más del club.

Cuando el sheriff entró por la puerta de la comisaria aquella mañana la cara de la secretaria era una señal de que se acercaba la peor de las tormentas. Él pasó directo por ella y se fue a su despacho, cuando entró allí había un hombre que rondaba los 40 y tantos años alto de 1,90 de estatura que debía pesar un poco más de 100kg, llevaba la cabeza entera rapada, una chupa negra sin mangas y una camiseta debajo con las mangas recogidas que dejaban a muestra sus brazos llenos de tatuajes. No le hacía falta preguntar quien era, solo la carga negativa que había en aire con su presencia era más que suficiente para saber.

- ¿Qué haces aquí Fitz? -Preguntó haciendo un máximo esfuerzo para que se notara el desprecio en su voz.

-Sabes, por los años que llevamos de conocernos deberías tratarme un poco mejor, ¿no crees? - Preguntó Fitzgerald con sarcasmo.

-Exactamente porque te conozco prefiero no verte la cara, fíjate. - Dijo el sheriff quitándose su sombrero y dejándolo encima del sofá de su oficina. - ¿Que se te ofrece? Y sé breve por favor.

-Quiero poner una denuncia al hijo mayor del reverendo Johnson. - Habló como si estuviera diciendo la cosa más inocente del mundo. Y eso revolvió el estómago al sheriff.

-El hijo mayor de Isaiah está muerto ¿o ya se te olvidó?

-Claro que no se me olvida, no podría. - Sus palabras sonaban como si le diera gusto ese recuerdo. -Te hablo de su gemelo, hace dos días le pegó una paliza a mi chico, Scott.