Capítulo 12: Octavo pecado capital.

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Los días siguientes aquel beso fueron repletos de miradas de complicidad entre Alice y Scott, cada vez que se veían saltaban las chispas entre los dos, pero no habían vuelto a besarse porque Alice dejó bastante claro a Scott que tres hacían multitud, que no lucharía en contra de los sentimientos que tenía por él, pero él también necesitaba tomar una decisión y con toda su determinación fue hablar con Alexia, ellos tenían una relación abierta, pero tenía claro que Alice Johnson no era de las que compartía.

Intentó lo máximo que pudo dar a Alexia la confianza de que por más que ya no fueran pareja o lo que sea que eran él seguiría ahí para ella, que jamás perdería su protección. Alexia intentó por todos sus medios no permitir que se terminará lo que tenían, ella necesitaba a Scott, y se pensaba que aquello no pasaba de algún capricho. Al final no tuvo más opción que aceptar su decisión porque para mantener su protección necesitaba estar en buenos términos con él y tenerlo cerca, aunque solo fuera como amigo, sería necesario para llegar al camino que lo volvería a llevar hasta a ella.

La semana siguiente se resumió entre hacer turnos entre el hospital, el centro y la casa nueva que el reverendo había proporcionado para Anette y sus hijos. Cuando la madre de los niños necesitaba volver al trabajo Scott, Aaron y Alice se dividían las tareas, mientras que uno se quedaba en el hospital con Miles los otros dos se ocupaban del centro o cuidar a Dorinda que por cierto ya no quería nada que no fuera estar cerca de Scott, según ella era más que su héroe, ahora era su ángel de la guardia. Alice se ocupaba de conseguir cambios de ropa y comida para la madre de los niños que cada día que salía de su trabajo se negaba ir a casa, iba directo al hospital para estar con su pequeño, y Alice intentaba hacer que estuviera lo más cómoda posible. Después de poner un fin a lo suyo con Alexia así que ya tenía total libertad para acercarse a Alice, Scott la esperaba hacer el relevo fuera del hospital cada noche cuando llegaba Anette para cuidar a Miles y luego llevar Alice a su casa. Era un tiempo robado que tenían para los dos y no le importaba que no hubieran vuelto a tener ningún acercamiento todavía, quería dar a Alice su espacio, ella tenía claro lo que sentía por él, pero aún era complicado dar el paso y Scott entendía sus motivos, sabia como había llegado a su vida y estaba más que dispuesto a ganarse su confianza.

–Mañana por fin dan el alta a Miles y se podrán ir a casa. –Comunicó Alice a Scott con una sonrisa que intensificó el brillo de sus ojos y eso lo derritió.

–No sabes lo feliz que me hace saber esto, y sobre todo que estarán seguros lejos de ese hombre. Ha sido un gran detalle por parte de tu padre conseguir una casa nueva para Anette y los niños.

–Se siente culpable porque pensaba que la situación no llegaría tan lejos, pero con lo que pasó ya no aceptaría las negativas de Anette, y mi padre ha decidido utilizar de su influencia para ayudar a regularizar cuantos antes su situación, no es algo que le guste hacer, pero la seguridad de esa familia depende de esto. – Dijo Alice dejando caer los hombros con cansancio.

–Sabía que tu padre era un hombre respetado, pero no imaginaba que su influencia llegará tan lejos. –Medio afirmó y medio preguntó Scott extrañado.

–Mi padre y el señor que está sentado en el despacho oval de La Casa Blanca son viejos conocidos, y se tienen mucho aprecio. Mi padre se encerró aquí porque no soportaba todo lo que conlleva ser uno de los nombres más importantes de la comunidad afrodescendiente de este país, y aunque no le guste nuestro apellido es bastante conocido en la política, y el reverendo no soporta la política.

–Ahora entiendo porque decían que tu hermano sería el próximo Martin Luther King. –Susurró Scott pensativo

–Creo que mi hermano estaba más para Malcon X.–Y la vio sonreír con tristeza. En estos momentos cuando mencionaba a Wallace, Scott solo tenía ganas de envolverla en sus brazos y consolarla, pero debido a su situación puede que ese abrazo no fuera bien recibido. Decidió que como siempre cuando la conversación los llevaba hasta Wallace lo mejor era cambiar de tema. –Hemos tenido una semana complicada, pero que ya ha terminado bien. ¿Qué te parece si damos una breve escapada mañana? –Preguntó levantando una ceja con malicia. –¿O te da miedo estar a solas conmigo? –Preguntó al ver la evasiva de Alice.

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