Desde el principio supe cómo acabaría todo esto, supe que cosas como estas sucedían y que a fin de cuentas saldría culpable. ¿Me arrepentía? La verdad es que sí, me arrepentía de todo, aunque no sabía si ese arrepentimiento era honesto o solo una consecuencia del miedo.
Disociaba durante todo el juicio, no supe prácticamente nada, si había hablado no me había dado cuenta y no sabía si mi abogado había hecho un buen trabajo o no. Mí conciencia volvió cuando oí la condena... "Pena de muerte"... ¿cómo debía reaccionar a eso? Estoy seguro que esa fue la primera vez que lloré en toda mi vida desde que era un bebé.
Fui llevado a una celda, esta no estaba tan mal en comparación a las demás, al menos estaba yo solo en ella y podría tener un poco de intimidad. En vez de una litera había una sola "cama" –si es que podría llamarla de esa manera– que en realidad era una placa de cemento con nada más que una almohada sobre ella y la cobija era tan delgada como las hojas de papel. Supongo que eso es todo lo que merece un asesino.
Me senté sobre la placa, no había mucho que pudiera hacer además de escrutar una araña que caminaba dando círculos al rededor de una pequeña sección de la pared. Justo como en el juicio, me sumergí en mis pensamientos; ¿cuándo sería mi ejecución? Me preguntaba, deseaba que fuera pronto para hacer la tensión menor. Inesperadamente me puse a pensar en mis familiares, en aquellos que solían quererme antes de convertirme en lo que me convertí, sentí un enorme rechazo por ellos, "el amor es incondicional" pero ellos habían decidido abandonarme.
— Hola. — aquel saludo me sustrajo de mis pensamientos.
Volteé la cabeza en busca de aquella voz culpable de interrumpirme. — ¿Quién eres? — inquirí al verte parado fuera de la celda observándome fijamente.
— Soy Soobin... Oficial Soobin. ¿Cómo te encuentras?
— ¿Cómo esperas que me encuentre después de ser condenado a morir? ¡De maravilla, gracias! — mi sarcasmo fue notorio y ví como hiciste un ademán de decepción al escuchar mi respuesta.
— Perdón. Traje almuerzo para compartirte, la comida de aquí es un asco. — dirigí mi mirada hacia tus brazos que sostenían temblorosamente un tupper con ensalada y pollo.
Alcé nuevamente la mirada para verte a los ojos. Tu mirada era extraña, una mezcla de felicidad, pena y algo que no podía detectar, me hacía sentir incómodo.
— Gracias, pero no quiero nada. ¿No se supone que nos dan una última cena deliciosa antes de ejecutarnos? Reservaré mi estomago hasta entonces.
— Tu ejecución no será hoy. — respondiste rápidamente, casi interrumpiéndome.
— ¿Qué?
— No se supone que deba decírtelo, no sé porqué razón no quieren contarte, pero creo que mereces saberlo.
Patético, pensé, ¿por qué un oficial sería tan estúpido para llevarle la contraria a sus superiores? Sería algo que jamás entendería, pero sabía bien que podría usarte como mejor quisiera.
— ¿Entonces cuándo será?
— No lo sé con exactitud, pero te aseguro que si me entero de algo te lo diré. — Me miraste esperando un agradecimiento, pero al ver que no lo recibirías continuaste. — Deberías estar feliz, puedes aprovechar estos días para que cuando llegue la hora puedas descansar en paz. Tal vez quieras ver a tus familiares o...
— No. — te interrumpí — no tengo nada que quiera hacer y mucho menos familiares de los cuales despedirme. En vez de motivarme podrías intentar re programar mi ejecución para que sea lo más pronto posible.
— Es imposible. Pero puedo ayudarte con algo. — sonreíste con esa cálida sonrisa que tienes — déjame hacer tus últimos días más disfrutables.
— Patético.
Te se limitaste a reír, tu mano entró en tu bolsillo izquierdo de aquel pantalón del uniforme y sacaste unas llaves con las cuales abriste la celda. — Ven, demos un paseo.
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Flores marchitas, poemas oscuros. - Yeonbin.
FanfictionPara Soobin no hay mejor musa que el amor que tiene por Yeonjun. La inspiración es el susurro del universo en el oído del corazón, una melodía que acaricia el alma y despierta la danza de las ideas. Esta a veces proviene de lugares extraños. Dicho...