V. Dudas

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Esa noche no pude dormir tratando de responder aquella pregunta. De alguna manera sentía que era muy poco tiempo, además de que no me creía capaz a mi mismo de amar. ¿Por qué habías decidido enamorarte de mi? ¿Era amor real? ¿Atracción sexual? ¿O era algo meramente físico y efímero? Porqué decidirías entregarle tu amor a un asesino, a un criminal.

No quise salir a desayunar ese día, y menos porque no fuiste tú quien fue a despertarme. Era como si ambos huyéramos mutuamente, aunque ese día si recibí una visita.

— ¿Por qué no estás desayunando? — curioseaba Taehyun.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Me preocupó no verte, creí que me había perdido tu ejecución y eso hubiera sido decepcionante. — bromeó.

— Muy divertido, Kang.

— Veo qué estás de mal humor. ¿Es por el Oficial Soobin? — Me sorprendió que él supiera exactamente que pasaba, eso me demostró que todo el asunto era más obvio de lo que yo creía. — No deberían entablar relación uno con el otro, son totalmente opuestos. Soobin debería haber aprendido la lección.

Me confundí demasiado al oír esas palabras. ¿Debió aprender la lección? Eso solo significaba que ya había sucedido lo mismo con anterioridad.

— ¿A qué te refieres? — interpelé

— Creía que ya sabías esa historia. — respondió. — la verdad es que yo no tengo ánimos ni el derecho de contarte la historia. Pregúntale directamente a él.

— Me está evitando.

— Eso es mentira. — objetó. — estaba buscándote como desquiciado en el comedor. Te ayudaría a salir, pero si me encuentran aquí tendré muchos problemas.

— Entonces mejor regresa antes de que noten tu ausencia. — sugerí, él asintió con la cabeza y comenzó a alejarse. — Si vez a Soobin, por favor dile que venga. — bramé antes de que se alejase totalmente provocando que se detuviera en seco.

— Por supuesto. — respondió. — Y, por cierto, cuando le preguntes sobre aquello asegúrate también que te cuente porqué algunos días no viene a verte.

Después de decir eso se alejo sin más. No pasaron ni treinta minutos cuando llegaste conmigo, venías apagado y confundido, temblabas como si fuera a sucederte algo malo y tus ojos se cristalizaban como si fueras a llorar.

— Hola. — Saludaste y tu temblorosa voz delató tu nerviosismo.

— Sabes que necesitamos hablar ¿no? — Tal vez lo dije demasiado directo, porque ni siquiera te molestaste en responderme.

— ¿Es sobre...?

— La lección que debiste haber aprendido. — tu rostro se mostró confuso, ahora supongo que tú estabas esperando que habláramos sobre lo de la noche anterior, pero en ese momento ni siquiera estaba pensando en eso.

— ¿Lección? — curioso, como si no supieras nada me preguntaste. — No entiendo de que me hablas.

— Kang me dijo que habías pasado algo que debería haberte hecho aprender la lección de no juntarte conmigo.

Sonreíste, no sé si fue una sonrisa nerviosa o una nostálgica.

Tu mirada se apartó de mí — ¿Podría negarme a decírtelo? — tu voz fue casi inaudible, pero gracias al silencio de la sala pude entender que decías.

— Podrías, pero te pido que no lo hagas.

Tus ojos nuevamente me miraron. Te levantaste y abriste la puerta de la celda para posteriormente introducirte en ella.

— ¡¿Qué haces?! — era de día, por lo que era riesgoso si quiera pensar en hablarme y no entendía porque entrabas.

— Nadie viene nunca por aquí. ¿O haz visto reclusos o policiales alrededor?

Pensé por unos momentos, era verdad que nadie iba, incluso en la prisión estaba solo. Antes de que pudiera hacer algo ya estabas sentado en la placa de cemento dispuesto a contarme todo. Yo me senté en el suelo, justo como lo haría un niño pequeño al oír a sus abuelos contar relatos.

Flores marchitas, poemas oscuros. - Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora