XI

563 25 1
                                    

— ¿Que pasa, bebé?—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Que pasa, bebé?—

— Nada, solo me dió un escalofrío de solo pensar que aquí asesinaron personas e incluso hicieron experimentos médicos con ellos. —

— No pasa nada, estoy justo detrás de ti — para dar énfasis a sus palabras, Derek le dió un pequeño beso en la nuca al castaño y lo abrazó por la espalda, caminando de esa manera un poco incómoda para el más bajo.

En ese momento se encontraban recorriendo los viejos barracones que solían utilizar como enfermería en el campo de concentración Sachsenhausen y no podian evitar que se les revolviera el estómago al imaginar cada tortura y trato vejatorio que se llevó a cabo en el lugar. Incluso para el pelinegro que leyó la biografía completa de Hitler incluyendo las que mostraban su lado inteligente, sus proezas en lo que respecta a la economía alemana y su bondad hacia los animales, ningún tipo de luz en su alma podía hacer un balance con su lado hijo de puta liderando una de las mayores masacres movido solo por la discriminación y el odio. Ningún trauma era justificación para sus actos según el castaño que se veía verdaderamente enojado, más aún después de haber visitado la casa de Ana Frank en Ámsterdam, ahora le podía poner nombre y rostro a las víctimas.

Saliendo del lugar decidieron ir a un parque cercano para relajarse un poco antes de ir a comer algo. Derek se recostó en el césped con la cabeza apoyada en las piernas del menor quien no dudó en acariciarle el cabello. Desde el beso en Amsterdam se habían vuelto mucho más cercanos, habían apodos cariñosos, toques sutiles y sonrisas que hablaban más que una confesión en toda regla. Aún así no habían vuelto a besarse. El menor demasiado asustado de lo que estaba formándose ahí, estaba claro que ya no podía encajar a Derek en la categoría de un simple amigo, pero no sabia cuales eran los sentimientos del otro, no sabía si solo estaba refugiándose en él debido a la decepción o si estaba dejándose llevar a causa del ambiente romántico. Después de todo ese viaje había sido planeado como una luna de miel. Y el hecho de que no hubiera vuelto a besarlo lo confundía aún más pero se sentía demasiado cobarde como para hablarlo directamente.

Por otra parte, el mayor solo quería hacerlo bien, no pretendía apresurar las cosas con el castaño, quería hacerlo sentir seguro de que no era solo algo que se dió como parte del viaje, necesitaba encontrar la manera de demostrarle que quería estar con él incluso volviendo a Estados Unidos. Por eso estaba haciendo todo sin prisas.

Cuando ya estaban más tranquilos y su estómago comenzó a reclamarles decidieron comer en un bar que estaba cerca, algo simple como hamburguesas acompañadas de una buena cerveza artesanal alemana, que tenía un poquito más alto los grados de alcohol de lo que estaban acostumbrados. Por eso sólo un par de vasos fueron suficientes para hacerlos sentir más alegres y risueños sin estar borrachos. Abrazados por los hombros con pasos un poco inestables y risas estruendosas caminaron hacia el hotel.

Una vez en su habitación Stiles no paraba de reír de un chiste que él mismo había contado. El mayor al verlo caer en la cama sin intenciones de detener su ataque de risa no dudó en agacharse y desatarle los cordones para luego quitar sus zapatos, después con confianza fue hacia los pantalones del castaño para ayudarlo con su pijama como había hecho un par de veces antes, pero Stiles detuvo enseguida su risa y puso sus manos sobre las de Derek .

Marry me - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora