POV. JISOO
El día se había vuelto más caluroso desde mi venida a Corea del Sur. Quizás, porque Londres era un sitio lluvioso y frívolo. Sólo me acostumbré a no ver tan seguido el sol con su envidiable brillo en todo el extenso cielo.
No era fan del calor. Mucho menos del sol. Pensé, mientras me ajustaba las gafas de sol que mi querido Seokjin me prestó.
La única razón por la que me escabullí de la reunión fue la mera curiosidad de saber si seguía trabajando en el Star Bucky, un restaurante cotidiano en el centro de Seúl.
Ella podía poseer una belleza excelente pero eso no quitaba el hecho de que lo nuestro no podía ser a menos de que,...
No, imposible.
Detuve todo tipo de divagaciones que me causara una mínima esperanza, mientras entraba al restaurante, haciendo acto de presencia con el sonido que anunció la campanilla. Luego de observar el sitio unos segundos, pase de largo a la mesa del fondo.
Tenía el certero aroma a caoba y café recién molido inundando el lugar. Apenas me senté, la divisé.
Poseía una melena cobriza con reflejos naranjas que le caían en una coleta alta por sobre su espalda. El atuendo del lugar sentaba de maravilla su esbelta figura. Sin olvidar, el brillo característico que sus ojos dorados emanaban al sonreír.
Park Rosé.
Fue hace pocos meses que me reencontré con ella desde la primera vez que nos conocimos. Si bien, nunca olvidé cada detalle de su rostro como por ejemplo, como se le arrugaba la nariz al reír.
La vez que me enteré que trabajaba en el Star Bucky, no dejé de frecuentarlo más seguido.
Es hermosa aquella chica.
No creo que te preste atención, Kaito.
¿Qué? ¡Obvio que lo hace! ¿No viste como me sonrió?
Algunas veces, odiaba mi perfecta audición. El tener que escuchar comentarios tan hormonales hacía Rosé causaban que los celos hicieran de lo suyo en mi sistema.
Sabía que Rosé era una excelente camarera, y siempre sonría a sus clientes de forma amigable. El único problema, es que ella no se fijaba en lo que, tales gestos, causaban a los humanos.
Esperé, tranquilamente, a que atendiera al dúo adolescente que se hallaba unas mesas más cercanas a la mía. Fue, entonces, que vi como su nariz se arrugaba, levemente.
Sabe que estoy aquí.
Sus ojos se barrieron por todo el recinto hasta dar con los topacios míos. Nos observamos en silencio. Sólo eso bastaba para sentir mi corazón alocarse.
Peiné mis cabellos con ayuda de los dedos de mi mano derecha, cuando la sentí caminar hasta mi posición.
Puede que su aura gentil se hubiese esfumado al contemplarme. Me consideraba culpable si empezaba a reclamar. Ya lo me esperaba después de irme sin haberme despedido de ella.
Quizás, esperaba algo como...
¿Por qué has vuelto?
¿Por qué no te despediste de mí?
Pero,... eso no pasó.
Me había regalado una de sus más sinceras sonrisas.
—Buenas tardes, bienvenida a Star Bucky, ¿Algo que deseé del menú?— cuestionó, señalando el menú en el tablero encima de la zona de caja.
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WHITE MOON
RandomMina, una joven Alfa que descubrirá que todo lo que alguna vez pensó que era real, es todo lo contrario.