Oscuridad

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No lograba ver nada, mis ojos estaban vendados, lo que impedía tenerlos abiertos. Mis muñecas ardían por la presión de lo que parecía ser una cadena en el techo, y mis piernas eran tiradas por una cuerda, quedando colgando.

Estaba cansada de sentir cómo tiraban de mis brazos y piernas. Quería dormir para no sentir ese dolor, pero era imposible. Solo podía pensar en dónde estaba y quién me tenía atada.

Mis pensamientos se disolvieron cuando empecé a escuchar unos pasos, un sonido que me daba escalofríos. Sentí la sensación de que alguien estaba frente a mí. Tragué saliva, evitando el nudo de desesperación en mi garganta.

- ¡¿Quién eres y por qué estoy atada?! - dije, tratando de que mi voz sonara fuerte.

Su dedo levantó mi mentón. No, no era su piel, era como si usara guantes gruesos. De repente, sentí cómo apretaba bruscamente mi mentón y me empujaba la cara. Sus pasos indicaron que se alejaba un poco de mí, pero seguía sintiendo su mirada.

- Encárguense de ella - dijo una voz muy ronca y seria.

Estaba confundida. ¿Encargarse de qué? ¿Quiénes eran? ¿Por qué se iba? ¿Cuánto...?

No pude seguir pensando, ya que el impacto de una barra de acero golpeó mi estómago, haciéndome gritar de dolor. Mientras contenía mis lágrimas, podía sentir cómo se reían de mi sufrimiento. Antes de que pudiera decir algo, volví a sentir otro golpe, uno más fuerte que el otro.

Sentía cómo mi estómago ardía tras cada impacto y cómo la sangre caía de mi boca, mientras sus malditas risas resonaban en toda la habitación.

Sentí cómo uno de ellos me agarró la mandíbula amenazadoramente.

- Ahora no eres tan ruda, ¿verdad? - decía entre burlas.

No pude resistir la rabia. Sentía que explotaba cada vez más y no podía contenerme.

- Vete al carajo, imbécil - le dije mientras le escupía en la cara.

El ambiente se volvió tenso y, de un empujón, soltó bruscamente mi barbilla.

- Dame la maldita barra - dijo con evidente rabia.

Sentí cómo todo el miedo se hundía en mi cuerpo y cómo mi respiración empezaba a fallar.

- Por favor, prometo no volver a hacerlo - imploré.

Pero eso ya no importaba, porque tan rápido como parpadear, sentí cómo la barra golpeaba una vez más mi estómago. El impacto fue más fuerte que los anteriores, causando que por unos segundos no pudiera respirar.

Sentía cómo mi cuerpo se adormecía por el dolor y cómo el impacto de la barra iba variando de mi estómago a mis costillas y piernas.

- Esto es para que aprendas a respetarme, maldita perra - me gritaba mientras seguía golpeando mi cuerpo con la barra.

De un segundo a otro, no pude aguantar más el dolor y sentí que me iba a desmayar. Escuché cómo el otro tipo le dijo que era suficiente y se fueron riendo.

Allí me dejaron colgada, con la sangre cayendo de mi boca y algunas partes de mi pierna. El colapso del desmayo cerraba mis ojos poco a poco...

Detrás de la máscara (The owl house)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora