Capítulo 3 «Tercera prueba»

251 44 9
                                    

Cuando terminaron el segundo examen sintieron que se pondrían a llorar ahí mismo. Por fin habían terminado con la semana y estaban emocionados por volver a casa a dormir mínimo 12 horas.

Lamentablemente, cuando entraron al departamento, la alarma de incendios fue encendida y debían evacuar el edificio. Bajando por las escaleras de emergencia, salieron del lugar directo al sector de fumadores, donde para mala suerte de Renjun se encontraba el profesor Johnny.

—¡Johnny! —gritó Haechan feliz.

El más alto levantó su mano, sonriéndole.

—Haechannie, hace tiempo no te veía. Pensé que Renjun ya te había comido, como casi lo hace con Jaehyun —el castaño rodó sus ojos.

—Profesor, debería aprender a superar —le sugirió Renjun, haciendo reír al acompañante de Johnny que no había visto antes.

Renjun se quedó quieto tratando de recordar donde había visto ese rostro, pero no se le venía nada a la cabeza, así que solo se alejó un poco y encendió su cigarrillo.

—¿Por qué te alejas? —el castaño cerró sus ojos. A Johnny le gustaba molestarlo—. Ven aquí, prometo que me comportaré.

Haechan fue hacia él y lo sujetó del brazo, arrastrándolo hacia donde estaban todos.

—Pensé que querían privacidad.

—¿Te irías si te lo pido?

—Quizás, si me ahorca, lo pensaría —Haechan rodó los ojos, sonriendo—. ¡Bromeo! Pero si alguna vez usted y Jaehyun deciden que un tercero haría la relación más divertida, por favor tómenme en cuenta de los primeros. Soy su hombre.

El pelirrojo le tapó la boca su mejor amigo. —No lo tomes en cuenta, a veces su trasero se conecta con la boca y solo habla mierda.

Johnny asintió todavía sonriéndole a Renjun. —¿Por qué no te consigues pareja? Creo que te hace falta dejar de fantasear con nosotros y fantasear con tu novio.

Renjun se encogió de hombros. —Es que ustedes tienen el cuerpo de mi tipo. Entonces me resulta difícil no fantasear con ustedes, pero no se preocupe. Pronto dejaré de verlo todos los días.

—¿Y eso por qué?

—¿Va a extrañarme? —preguntó Renjun, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo.

Haechan suspiró. —Ya basta, Huang Renjun.

—Iré a comprar, ¿quieren algo? —preguntó el castaño tratando de alivianar el ambiente que el mismo había creado.

—Estamos bien —dijeron ambos.

Renjun se marchó de inmediato, sabía que la cagaría. Siempre lo hacía, su boca se desconectaba de su cerebro y hablaba sin pensar.

Cruzó la calle y rezando por no encontrarse con Jeno, entró en la tienda.

Para su suerte había un chico desconocido, muy guapo.

—Buenas tardes —saludó Renjun, alegre por ver rostros preciosos.

—Buenas tardes —respondió de vuelta.

Renjun no sabía que comprar, de hecho, él solo quería huir de ese lugar. Todavía no tenía pensado regresar a casa, al menos no esa semana.

—¿Qué me recomiendas? —preguntó el castaño, acercándose al chico del mostrador—. Quiero llevar un helado, pero soy indeciso.

El chico asintió y llevó su mano a la barbilla. —Te recomiendo el helado nuevo, yo todavía no lo pruebo.

—¿Cómo se llama?

—Moon.

No le llamaba la atención el helado, pero como el chico era guapo, Renjun no era tan fuerte para negarse. Sacó el helado del congelador y caminó de vuelta, sin apartar la sonrisa.

Por la puerta, detrás del chico, apareció Jeno listo para comenzar con su horario laboral.

—Ya puedes irte, Younghoon —ambos compañeros de grupo se miraron—. ¿Qué estás haciendo aquí, Huang?

Younghoon miró a Jeno. —¿Se conocen?

—Por desgracia.

—¿Tienes algo que hacer ahora? —preguntó Renjun.

Jeno rodó sus ojos. —¿Qué no ves? Voy a trabajar.

—Tú no, el bonito.

Younghoon le sonrió encantado. —No, creo que nada.

Renjun lamió sus labios, sintiéndolos secos. —Qué casualidad, yo tampoco. ¿Te parece si ambos vamos por ahí a probar el helado que me recomendaste? Yo invito.

Cuando el pelinegro iba a responder, alguien entró en la tienda. Younghoon y Jeno hicieron una reverencia de inmediato. Renjun no entendía por qué y se volteó, viendo a un hombre rubio con ropa cara.

No sabía de quién se trataba, así que solo fue hacia el congelador a sacar otro helado.

—Llevaré ambos —anunció, mientras sacaba su billetera.

El rubio caminó hacia ellos y se puso junto a Renjun, mirando todo lo que hacía.

Jeno intercambió posiciones con Younghoon y este se marchó de inmediato. —¿Dijo que sí o dijo que no? —preguntó el castaño al nuevo cajero—. Si dijo que no, tendré que compartir esto con Haechan.

El peli rosa miró al rubio y se encogió de hombros.

—Bien. Lo que sea, llevaré estos dos y —Renjun se volteó hacia donde estaba el rubio—. Perdona, ¿podrías moverte por favor? Quiero sacar algo de ahí.

Su compañero de grupo parecía nervioso por alguna razón y el castaño lo ignoró como siempre lo hacía con él. El rubio se movió unos cuantos pasos y Renjun sacó el café helado que había visto cuando entró.

—¿Deseas una bolsa?

—No, muchas gracias.

Pagó todo y salió de la tienda, encontrándose con Younghoon que al parecer lo esperaba.

—Hey —el pelinegro le tapó la boca y lo sujetó del brazo, arrastrándolo lejos de la tienda. Cuando estuvo seguro de que nadie los vería le quitó la mano—. ¿Qué pasa contigo?

—¿Conoces al dueño de la tienda? —Renjun negó de inmediato—. Es el rubio que apareció. Él da mucho miedo.

—¿No deberías demandarlo por abuso de poder?

Younghoon negó. —Imposible, antes me envían a nadar con los peces.

—¿Por qué trabajas ahí si te da miedo?

—No es como que tenga una opción. La paga es buena y le debo dinero —se encogió de hombros—. ¿Me vas a dar de tu helado?

Renjun sonrió encantado y sacó el otro helado de la bolsa. —Vamos, te acompaño a la parada de autobuses.

Después de que el pelinegro se marchara, Renjun regresó sobre sus pasos chocando de frente con el jefe abusador.

Lucía más aterrador que antes, con sus brazos cruzados y el cigarrillo en su boca. Como era de piel pálida y su cabello era rubio platinado, casi parecía un miembro de alguna banda gánster de Rusia.

Pasó por su lado mientras miraba el suelo, no tenía intenciones de cruzar miradas con él. Y como no le interesaba, su rostro se había borrado de su memoria.

—¡Adivina quién casi consigue novio como Johnny dijo!

Haechan y Johnny se quedaron de piedra cuando regresó el castaño.

—¿Estás bien, Junnie? —preguntó su mejor amigo.

—¿Pasó algo? —preguntó de vuelta.

Johnny suspiró y asintió. —Parece que mi amigo se encaprichó contigo.

—¿De qué hablas?

—Parece que le gustas al papi de los mafiosos, Junnie —respondió Haechan, abrazándolo con pena—. Te voy a extrañar.

El último de los NaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora