Capítulo 6 «Nueva partida»

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Haechan le dio un golpe en la cabeza y se sentó en el sofá, derrotado. No sabía qué decirle o hacerle a su mejor amigo para que dejara de meterse en problemas.

—Ya lo sé, Channie. Tienes todo el derecho de estar molesto, yo también lo estaba cuando salí de la tienda.

—Si sabías que estabas haciendo algo mal, ¿por qué lo hiciste? ¡Ahora tendrás que ir el viernes o quemará la tienda con él dentro!

—Perdón. Yo... él me dio algo de pena, como que me sentí como el principito cuando el zorro le pidió que lo domesticara.

Haechan lo miró sin expresión. —¿Crees que eres una especie de ángel que lo cambiará? Junnie el tipo está loco.

—Ya sé y también sé que soy un idiota. No lo sé, me sentí mal y le dije sin pensarlo. Al menos descubrí que Jeno está bien.

—Eso te dijo él, pero quién sabe si dice la verdad.

Renjun volvió a su departamento después de comer algo con Haechan. Debía hacer un trabajo para una de sus últimas clases y ya casi podía sentir la libertad en sus manos.

El viernes por la tarde, Haechan intentó cambiar la opinión del "ángel" Renjun, pero le fue imposible y su amigo solo se marchó a cumplir la promesa.

Pasó frente a la casona que todavía le daba miedo y entró en la tienda, encontrándose con Younghoon quien al verlo le sonrió encantado. El jefe no parecía estar por ninguna parte, así que se acercó de manera coqueta para charlar.

—¿Cómo has estado? —preguntó de inmediato—. Hace tiempo no te veo.

—Estoy bien, ¿qué tal tú? Oí de Jeno que el jefe... se obsesionó contigo —lo último lo dijo en voz baja.

Renjun asintió. —¿Qué puedo decir? Son mis encantos... bromeo, estoy cagado de miedo, no voy a mentirte.

—Te entiendo.

Continuaron charlando hasta que la puerta volvió a abrirse, dejando entrar al jefe loco del chico lindo frente a Renjun.

Younghoon le hizo una pequeña reverencia e hizo como si tuviera que hacer algo en la sala de empleados. Dejándolos a ambos a solas.

—Buenas tardes, Jaemin. ¿Cómo has estado?

Jaemin se acercó a Renjun y sonrió. —Ahora estoy mucho mejor, creí que no cumplirías con tu palabra.

—¿Qué puedo decir? Soy un hombre de palabra y veo que tú también, ya que la tienda está en buen estado.

—Por supuesto. Te dije que no destruiría la tienda.

Renjun no sabía que más decir, así que se quedó en silencio por un rato antes de que Jaemin le tocara la mejilla con suavidad.

—Pensé que no me tocarías —soltó el castaño muy asustado.

—Lo siento. Tenía ganas de tocar tus mejillas, son más suaves de lo que pensaba —alejó su mano del rostro de Renjun—. Perdón. Fue un impulso.

—De acuerdo. Pero creo que sería bueno que me preguntaras antes de hacer algo, me pongo tenso cuando alguien hace eso.

—Sí. Por supuesto, yo lo siento.

Conversaron durante media hora sin interrupciones, Renjun no sabía por qué estaba tan divertido hablando con el rubio, pero no quiso prestarle demasiada atención a eso o se pondría a temblar de nuevo.

Jaemin tenía diferentes sonrisas a cada cosa que el castaño le decía. Sonrisas coquetas, por "educación" y tiernas que hacían olvidar lo peligroso que podía ser.

El último de los NaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora