Capítulo 13 «Nivel uno»

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Renjun prefirió hacer un boceto en su cuaderno antes de pasarlo a un nuevo lienzo, porque era el tercero del día que usaba para dibujar los ojos, manos o labios de Jaemin.

La hora de salida se aproximaba y él no podía imaginar nada más que las expresiones temerosas del rubio.

Se sentía como un idiota pensando que Jaemin se veía lindo desesperado. De hecho, tuvo que mojar su rostro avergonzado al haber imaginado al rubio debajo de él.

—Idiota, deja de pensar en eso. Debes ser profesional —golpeó su cabeza con el cuaderno y suspiró. Ese día no podría dibujar nada o se prendería fuego.

Ten

Renjunnie, debemos irnos

Dame un segundo

Limpió todas sus cosas y las dejó en un lugar para que se secaran. Apagó las luces de su oficina y salió, encontrándose con sus nuevos amigos.

—¿Tomarás el autobús? —preguntó Yangyang, guardando su celular.

—Sí. ¿Y ustedes?

—Vivimos relativamente cerca, así que te dejaremos en la parada de autobuses y nos iremos a casa.

Renjun negó con una sonrisa. —No es necesario, pueden irse.

—No pasa nada, así podemos hablar —le respondió Ten, abrazándolo por los hombros—. Hasta mañana, Yeji y Ryujin.

Los otros dos también se despidieron de ambas y salieron de la galería.

—Qué raro, usualmente, el señor Na se va después de nosotros. Supongo que tenía algo que hacer —Ten empujó suavemente a Yangyang, burlándose de él—. Deja de burlarte, yo no digo nada con respecto a Kun.

Ten se sonrojó y mordió sus labios. —Cierra la boca.

Renjun miró a su amigo. —¿Quién es Kun?

Yangyang se burló del sonrojo de Ten. —Es el vecino lindo de nuestro amigo Ten. Lleva enamorado de él desde que se mudó.

—Cállate, no te preguntaron.

El castaño levantó sus cejas. —No te enfades con Yangyang, él solo quería hablar sobre el amor. Como tú empezaste con el señor Na.

Esta vez Yangyang fue el que se sonrojó, empujando a ambos. —Se conocieron hoy y ya se unen para burlarse de mí. Es injusto, me voy a burlar de ti y la chica de la cafetería.

Renjun negó de inmediato. —Hazlo fuera del trabajo, me da miedo que alguien pueda enfadarse —lo último lo susurró, tratando de que ninguno de ellos lo escuchara.

—¿Quién se enfadaría? ¿Yeji? ¿Te gusta Yeji? —preguntó Ten—. Eres un donjuán, Renjun.

—No me gusta, aunque creo que es muy bonita —se encogió de hombros.

—¿Solo te gustan las chicas, Renjun? —preguntó Yangyang, poniendo su brazo en los hombros del castaño.

Renjun negó de inmediato. —Estoy abierto a cualquier persona.

Era una mentira, jamás le han interesado las mujeres, pero debía aparentar que sí para poder casarse.

—Menos mal, pensamos que serías de esos heteros aburridos que les dan asco los homosexuales —confesó Ten—. Te noté muy incómodo cuando dije lo de Yangs enamorado del jefe.

—Para nada. Me tomó de sorpresa de que fueran tan abiertos de mente, es todo. Soy chino, entonces mi vida es un poco limitada a los placeres.

Esperaron el autobús y cuando Renjun se marchó, ellos también lo hicieron.

El último de los NaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora