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OLIVIA

Me levanté de la cama con cuidado y abrí la puerta, encontrándome con la persona a la que menos esperaba ver aquí.

Llevaba una camiseta simple blanca y unos pantalones de pijama que combinaban con su gorra.

¿Este chico no se quitaba la gorra nunca?

— Hola.

— Hola — respondí de la misma forma, dejándolo pasar.

— Bonito cuarto, pero te falta poner “Mi Error” ahí— dijo señalando una pared en la que había vinilos con canciones que me gustaban.

— ¿Mi Error?

— Es mi canción favorita. — se sentó en la orilla de la cama y me miró con el semblante serio — ¿Puedo hablar contigo?

Asentí.

Se removió en su sitio y miró al suelo unos segundos para después mirarme de nuevo.

— Ah, aquí estáis, estamos todos abajo cenando.

Ambos miramos a la puerta para encontrarnos a Joaquín en pijama, interrumpiendo el momento.

No sé si debería de agradecerle o maldecirle.

— Ya bajamos — aseguré y asintió para pasar un momento dentro de la habitación.

— Que no te había saludado, pequeña — murmuró abrazándome.

Me derretí de ternura ante su abrazo cálido y lo rodeé con mis brazos de la misma forma.

Al separarme y verlo irse, noté cómo Imantado se removía incómodo.

— Deberíamos bajar a comer.

Y sin mirarme, salió por la puerta dejándome allí plantada.

Suspiré mientras miraba mis manos, estaban todas mordidas, y todo por su culpa.

O por la mía.

Por pensar tanto en él.

Mientras cenábamos noté cómo me echaba miradas discretas de vez en cuando, y yo intenté no dirigir la vista hacia allí en ningún momento, no quería que pensaran cosas extrañas.

Miré a mi alrededor prestando atención a cada una de las mini conversaciones que había en la mesa, pero no participé en ninguna.

No me sentí excluida, simplemente no tenía energía como para hablar ahora mismo.

De hecho, me sentí como en una familia por fin.

— Sky, ¿estás bien? — me susurró Dani dándome un ligero codazo, que estaba sentado al lado de mí.

— Sí, solo estoy cansada — le sonreí y se tranquilizó.

— ¿Cómo vas a estar cansada, si llevas durmiendo desde que llegamos a París? — añadió otra voz, que le pertenecía a... ¿quién era ese?

Notó cómo lo miraba y rió ligeramente.

— Soy Deqiuv, cariño, un placer — se levantó de su asiento, enfrente de mí, y me dio dos besos.

Los demás me miraron y se rieron, y 8cho giró mi cara hacia él y me limpió la mejilla, ya que Deqiuv me había manchado con algo. Probablemente con la pizza con piña que se estaba mandando.

— Júrame que estás comiendo pizza con piña — lo miré asqueada.

— Es mi estilo de vida, soporta.

— Tu estilo de vida es una falta de respeto a la mía.

Se encogió de hombros y volvimos a reír por la pelea infantil que habíamos provocado, ya que ahora todos estaban hablando de ese tema.

¹ 𝐀𝐓𝐓𝐑𝐀𝐂𝐓𝐄𝐃, imantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora