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— Sabes que puedes contar conmigo, pero ahora otra persona te necesita más — le contestó el chico  después de una pequeña charla sobre lo que había pasado.

— Gracia' 8cho, sabe' que eres un máquina — dijo marcando su característico acento, haciendo reír al mayor.

Su corazón palpitaba al mil por hora cuando por fin estuvo delante de la puerta de Olivia.
Se sintió un poco culpable por no haberla venido a ver antes, pero pensó que necesitaría su espacio. Al fin y al cabo acababa de sincerarse frente a miles de personas.

— ¿Puedo? — escuchó un murmullo confirmando y entró. Tan solo verla fue a abrazarla.

— Lo siento... — susurró de forma casi inaudible —. Debí de habértelo dicho antes.

— Que no se te ocurra volver a pedirme perdón por eso — respondió serio, mirando fijamente sus ojos. Podía notar cómo sus ojos brillaban al mirarlo a pesar de las lágrimas que los recorrían, lo que le animó el corazón.

— Gracias por estar aquí.

— Siempre voy a estar, rubia.

Por unos instantes, todo se quedó en silencio bajo la oscuridad de la noche. Los dos seguían abrazados, sintiendo el calor mutuo penetrando en el cuerpo del otro.

— Tengo que decirte algo — susurró ella después de unos minutos, recordando que debía de contarle lo de su viaje.

— Te escucho.

Ella lo miró a los ojos, aún sin separarse de su cuerpo. Su pecho se encogió al notar la ilusión del chico por estar ahí, con ella, sin que nada les impidiera estar juntos.
No dijeron nada, solo sus ojos se comunicaron entre ellos, llevándolos a un ambiente cálido y agradable.
Poco a poco fueron aproximándose, casi rozando sus narices.

— No quiero que hagas esto por despecho, Olivia — susurró serio.

— Créeme que no.

— No tienes que demostrar nada a nadie — añadió, haciéndola asentir.

— No estoy aquí contigo para demostrar nada, Álvaro. Estoy aquí porque desde que me hablaste por primera vez te metiste en mi cabeza hasta el día de hoy.

Pareció sorprenderse, pero lo ocultó tras una sonrisa ladina.

— Me vuelves loco, rubia.

Agarró sus mejillas para acercar aún más sus labios, provocando.

— ¿A qué juegas? — la hizo sonreír.

— A enamorarte.

— No te hace falta hacer nada para eso — admitió en un murmullo.

— Demasiadas confesiones, ¿no crees?

Se apartó de la chica sin dejar de tocarla, dejándola confundida.

— Quiero que estés totalmente segura de esto.

— Te he dicho que- — una mano tapó su boca, haciéndola callar.

— Hazme caso, tenemos tiempo.

Acto seguido se recostó en la cama de la chica, dejándola algo molesta por no besarla. Lo había hecho a propósito, pero en el fondo era verdad, quería que ella estuviera segura de que lo quería a él.
Tenía miedo de que todo fuera una simple ceguera, y que en el fondo él sea una tapadera para superar su pasado.

Él estaba más que seguro de que ella era su chica. Con la que había soñado desde que era pequeño. Su mujer ideal. Y quería decírselo, pero no se atrevía por el temor a que ella no sintiera lo mismo.

Pero necesitaba besarla.

Eso lo tenía más claro que nada en su vida.

Se limitó a observarla de reojo mientras se cambiaba de ropa, poniéndose un pijama. Prometió no mirarla, pero tanto él como ella sabían que eso para él era imposible.
Y no era broma, él realmente creía que debajo de esas camisetas guardaba un cuerpo despampanante.

Y deseaba que fuera solo suyo.

Alejó todos esos pensamientos cuando la chica se relajó a su lado. Le hacía sentirse seguro cada vez que la tenía cerca. Era su hogar.

Puede que avanzaran lento, pero ninguno se quejaba, era más bien agradable.

— Olivia.

Escuchó un murmullo, indicándole que siguiera.

— Eres muy valiente, gracias por hacer lo de hoy.

Se limitó a abrazarlo más fuerte, sonriendo y haciendo un sonido de felicidad.

— Cabrona, tienes los pies helados — dijo algo más alto riendo.

— No querrás saber cómo tengo las manos — respondió con superioridad.

— Depende de dónde las metas, cariño.

Su silencio me hizo saber que estaba totalmente sonrojada aún sin verla, lo que lo hizo sonreír.

Rieron como dos enamorados mientras conversaban sobre temas estúpidos, lo que hizo que poco a poco fueran relajando sus cuerpos sobre el colchón.
Con los ojos casi cerrados, un último suspiro se escuchó en la habitación.

— Te quiero, rubia.

Pero ella ya estaba totalmente dormida.

————

siento que avance lento la novela, es que no quiero que vayan tan rápido porque queda poco:(

aún así gracias por votar y comentar <3

¹ 𝐀𝐓𝐓𝐑𝐀𝐂𝐓𝐄𝐃, imantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora